Capítulo 40: Una historia sobre libertad. - Parte 5

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Cómo si fuera un día cualquiera, la joven de cabellos rojizos despertó.

[¿Eh?]

Estaba confundida. La batalla entre ella y sus compañeros contra el grupo que se hacía llamar Ground Hell, ya había terminado; y aunque ella recordaba exactamente que le había pasado, ahora se encontraba allí, de pie y sin ningún daño aparente, a parte del hecho de que los mechones descoloridos color naranja en su cabello habían aumentado en cantidad.

[¿Qué demonios... está pasando?]

Los cuerpos de sus compañeros seguían en el piso, pero cuando dirigió su mirada hacia abajo, notó cómo la sangre de todos ellos se había dirigido hacia el lugar dónde ella estaba recostada hasta hace unos segundos.

Aquello no parecía nada relevante, pero cuando empezó a caminar, se sintió más ligera. Tanto su vista como sus otros sentidos parecían haber mejorado. Veía, olía y sentía las cosas de una manera muy diferente. Era como si fuera consciente de su propio cuerpo y sus alrededores a un nivel mucho más profundo.

Por pura curiosidad, se acercó hacia el cuerpo sin vida de uno de los miembros de Ground Hell y en su bolsillo, notó dos frascos que tenían un líquido azul y uno verde respectivamente.

[Así que estas son las famosas pociones ¿eh? Supongo que no hará daño tomarse una. Quizás me ayude en algo.]

En este mundo, no existe la magia de curación.

Sin importar cuanto se hubiera tratado, no había ninguna combinación de símbolos que lograran un efecto parecido a regenerar piel o recuperar algo a su estado anterior. Por eso, a parte de la medicina tradicional, lo más común entre aventureros era usar las llamadas pociones.

[¿Eh? Qué extraño... El olor me parece conocido.] —comentó la joven mientras tomaba el contenido del frasco con el líquido verde.

Las pociones eran brebajes creados a partir de cierta planta. Las cuales, al ser sometidas a diferentes métodos químicos, resultaba en la producción de las pociones que podían "curar" heridas hasta cierto grado y las que ayudaban a "recargar" la magia que uno poseía, pero en sí, la planta de dónde provenía, era muy venenosa en su estado natural.

La joven recordó estos datos mientras tragaba el líquido y entonces entendió porque tanto su olor cómo su sabor le eran tan familiares. La planta de dónde provenían estas pociones, era aquella flor azul, con la que había convivido durante 6 años.

[Podría ser que...]

La joven tomó uno de sus dedos y sin dudar ni un segundo, tiró de él hacia atrás y se lo rompió. El dolor era insoportable, pero no tanto cómo había imaginado. Se quedó observándolo fijamente y luego de unos segundos, sus sospechas se confirmaron.

Su dedo lentamente empezó a enderezarse y como si no hubiera pasado nada, recuperó su forma original. Ya no sentía dolor y podía moverlo perfectamente.

[Ya veo...] —dijo mientras sonreía. —[Supongo que el hecho de que nosotros cinco sobreviviéramos no fue simple coincidencia. Ja ja, vaya experimento más aterrador se llevó en ese lugar sin siquiera darnos cuenta.

Jaja.. ¡JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA!]

La joven se reía y regocijaba al pensar en las posibilidades de este nuevo cambio en ella mientras que al mismo tiempo lágrimas de alegría se deslizaban por sus mejillas.

[¡No se preocupen, compañeros! ¡Me aseguraré de que todo el mundo conozca nuestro estilo de vida! ¡Nos vamos a divertir muchísimo!] —gritó alzando sus manos, queriendo alcanzar el mismo cielo.

Soy el más fuerte... ¿verdad? (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora