Capítulo 25: Golpe de suerte.

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El brillo azul y las campanas sobre Muria desaparecieron. Ahora no tenía ninguna herida e incluso su ropa había regresado a la normalidad.

Kino y Kiri estaban estupefactos. No entendían que era lo que había sucedido, era como si hubiera eliminado el hecho de que había peleado con Kiri. Todo el esfuerzo de la elfo oscuro había desaparecido como si nada y una clara desesperación se podía observar en sus rostros.

Sin embargo, Muria no parecía sorprendida por sus expresiones.

La hechicera observó a su alrededor y vio todos los cráteres que había tanto en el piso como en las paredes de la cueva. A Kiri respirando agitadamente. El cómo los músculos de la elfo estaban hinchados, pero que poco a poco retomaban su forma original. Y finalmente, el cuchillo que sostenía en sus manos.

[Oh, ya veo... conque eso paso.]

Kiri no entendía aquellas palabras, pero no tenía tiempo para concentrarse en eso, tenía que recuperarse. Si bien los elfos oscuros tenían mayores habilidades físicas que los humanos, el esfuerzo que había hecho durante su enfrentamient había sido demasiado, incluso para ella.

[¡Dime, elfo oscuro! Que parte fue la me golpeaste ¿eh? Siento la necesidad de poner mi mano en mi costado, así que asumo que me rompiste algún hueso allí o algo peor ¿verdad?]

Kiri guardo silencio ante la pregunta de Muria y nuevamente quedó confundida por cómo se expresaba la hechicera. La pelea acababa de suceder hace solo un instante, tales palabras no tenían sentido.

[Como sea. Lo que sea que hayas hecho, dudo que puedas hacerlo una segunda vez de todas maneras.]

Luego de decir esto, Muria levantó un brazo y cuatro círculos aparecieron sobre ella. Uno rojo, uno azul, otro amarillo y uno marrón respectivamente.

[Bien, ¿qué tal si probamos con esto?]

Los círculos sobre Muria empezaron a brillar y Kiri no podía evitar sentirse como una inútil, pues sentía como sus piernas apenas podían sostener el peso de su propio cuerpo.

Maldición... —pensó Kiri— No puedo... moverme. ¿Cómo es que recuperó sus fuerzas? No tiene sentido. ¡Vamos, piensa Kiri! ¡Esto no puede acabar así! ¡Debe haber algo más que pueda hacer! ¡Algo!

¿Qué haría Arcel en esta situación?

Cuando aquella oración pasó por su cabeza, Kiri dejó de pensar un momento y presionando sus puños, no pudo evitar sentir una extraña frustración mezclada con felicidad.

Demonios, incluso ahora, siempre termino recurriendo a él ¿eh? Me pregunto que estará haciendo ahora.

Kiri miró hacia el cielo de la cueva y cerrando sus ojos, queriendo evadir esa conformidad, la vergüenza hizo que aceptara su destino por un segundo.

No podía mover su cuerpo y estaba agotada tanto física como mentalmente. No tenía muchas opciones y su expresión calmada reflejaba esta impotencia. Muria no le prestó atención a esto y siguió preparando su ataque.

Kino, quién observaba a su compañera desde lejos, no pudo más.

La mirada que Kiri poseía, no le gustaba. Le recordaba a cuando él se había rendido ante aquella oscuridad que lo rodeaba cuando llego a este mundo. Así que, dando un paso hacia adelante y lleno de determinación, decidió finalmente... hacer algo.

[¡Carien-¡]

["¡O-oye...!"]

Antes de poder terminar su hechizo, Muria sintió como alguien la tomaba del hombro y girando ligeramente la cabeza, notó como Kino le estaba hablando de forma nerviosa.

Soy el más fuerte... ¿verdad? (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora