Capitulo 4: Reina Nuestra - Parte 1

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En el País de Erald, en un pueblo de elfos oscuros alejado de la civilización y que no tenía muchas reglas a diferencia de las otras ciudades. Había un humilde hogar a las afueras.

Cerca de allí, dos pequeños elfos oscuros estaban recostados sobre un árbol, pues se habían quedado dormidos leyendo un libro de cuentos que ahora yacía junto a la hierba.

El mayor de ellos se levantó de pronto y moviendo gentilmente a su hermana, la despertó. ÉL la tomo de la mano y se dirigieron a su hogar.

La hermana tenía las orejas menos puntiagudas de lo normal y sus otros compatriotas elfos oscuros se burlaban de esto. Por eso vivían en un pueblo alejado. Pero ¿Por qué sus orejas eran así? Pues, era debido a que aquellos niños eran producto de la unión de un elfo oscuro y una humana.

[¡Niños! ¡A almorzar!]

Al escuchar el llamado de su dulce madre, ambos fueron corriendo a sus brazos, abrazándola con todas sus fuerzas. Luego de almorzar, ambos jugaron un rato a las atrapadas y fueron a descansar al sofá, ansiosos de ver a su padre volver con las compras del día y comer junto a él la cena.

Aquel día, la madre decidió preparar comida tradicional de los elfos oscuros para cenar, así que se dirigió al pueblo a comprar ingredientes. Ella era conocida allí y a pesar de no pertenecer a su raza, la mayoría de pueblerinos la trataban con suma amabilidad.

Se fue con una sonrisa mientras dejaba a sus niños durmiendo, si saber que, al igual que su esposo, nunca más volvería a verlos.

Pasaron las horas y como siempre, el hermano se despertó antes, pero antes de despertar a su hermana, sintió que hacía más calor de lo usual. Había un extraño color naranja que venía de afuera y como era más o menos tarde, el niño creyó que era producto del atardecer, así que salió a ver. Pero lo que vio lo dejó horrorizado.

Todo el pueblo estaba ardiendo en llamas. Y en el centro de aquella desgracia, una figura de unos 2 metros de altura, con largas garras, una especie de piedras saliendo de su espalda y piernas de animal, sonreía mientras ansiaba más y más. No se podía ver mucho más, pues al parecer el propio monstruo también estaba ardiendo en llamas.

Giró rápidamente al notar la presencia del niño, a pesar de que estaba bastante lejos y con un salto de sus monstruosas piernas, se paró justo frente él en un parpadeo.

Los ojos carmesíes de aquel monstruo quedarían grabados en la memoria del niño y cayendo de espaldas, corrió rápidamente a su casa para proteger a su hermana.

El monstruo sonrió con ansias de arrebatar más y más, pero cuando estuvo a punto de dar un paso, una espada recubierta de oro y plata cayó frente a él, desde lo más alto del cielo, interrumpiendo su paso.

El monstruo miró hacia arriba y vio como un hombre en sus 40, cubierto de una pesada armadura de hierro pintada de dorado y con una bandera en el pecho, caía en picada directo hacía él, igual que un proyectil.

El monstruo logró esquivarlo y el caballero aún postrado por el impacto del aterrizaje, se levantó lentamente mientras tomaba su espada y miraba directamente a la horripilante bestia.

Su espada, tan brillante como su armadura, era igual de resistente y sin dudar ni un segundo, el caballero se abalanzo y empezó a atacar al monstruo sin piedad.

Clink Clank Clonk Clank

Los choques entre las garras del monstruo y la espada del caballero resonaban por todo el lugar y parecía que cada vez aumentaban la velocidad. El pequeño elfo oscuro escuchaba todo esto y no se atrevía a salir ni menos a mirar, mientras estaba sentado junto al sofá, deseando volver a ver sus padres. Su hermana estaba a su lado abrazándolo y temblando igual que él.

Soy el más fuerte... ¿verdad? (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora