En el País de Erald, en un pueblo de elfos oscuros alejado de la civilización y que no tenía muchas reglas a diferencia de las otras ciudades. Había un humilde hogar a las afueras.
Cerca de allí, dos pequeños elfos oscuros estaban recostados sobre un árbol, pues se habían quedado dormidos leyendo un libro de cuentos que ahora yacía junto a la hierba.
El mayor de ellos se levantó de pronto y moviendo gentilmente a su hermana, la despertó. ÉL la tomo de la mano y se dirigieron a su hogar.
La hermana tenía las orejas menos puntiagudas de lo normal y sus otros compatriotas elfos oscuros se burlaban de esto. Por eso vivían en un pueblo alejado. Pero ¿Por qué sus orejas eran así? Pues, era debido a que aquellos niños eran producto de la unión de un elfo oscuro y una humana.
[¡Niños! ¡A almorzar!]
Al escuchar el llamado de su dulce madre, ambos fueron corriendo a sus brazos, abrazándola con todas sus fuerzas. Luego de almorzar, ambos jugaron un rato a las atrapadas y fueron a descansar al sofá, ansiosos de ver a su padre volver con las compras del día y comer junto a él la cena.
Aquel día, la madre decidió preparar comida tradicional de los elfos oscuros para cenar, así que se dirigió al pueblo a comprar ingredientes. Ella era conocida allí y a pesar de no pertenecer a su raza, la mayoría de pueblerinos la trataban con suma amabilidad.
Se fue con una sonrisa mientras dejaba a sus niños durmiendo, si saber que, al igual que su esposo, nunca más volvería a verlos.
Pasaron las horas y como siempre, el hermano se despertó antes, pero antes de despertar a su hermana, sintió que hacía más calor de lo usual. Había un extraño color naranja que venía de afuera y como era más o menos tarde, el niño creyó que era producto del atardecer, así que salió a ver. Pero lo que vio lo dejó horrorizado.
Todo el pueblo estaba ardiendo en llamas. Y en el centro de aquella desgracia, una figura de unos 2 metros de altura, con largas garras, una especie de piedras saliendo de su espalda y piernas de animal, sonreía mientras ansiaba más y más. No se podía ver mucho más, pues al parecer el propio monstruo también estaba ardiendo en llamas.
Giró rápidamente al notar la presencia del niño, a pesar de que estaba bastante lejos y con un salto de sus monstruosas piernas, se paró justo frente él en un parpadeo.
Los ojos carmesíes de aquel monstruo quedarían grabados en la memoria del niño y cayendo de espaldas, corrió rápidamente a su casa para proteger a su hermana.
El monstruo sonrió con ansias de arrebatar más y más, pero cuando estuvo a punto de dar un paso, una espada recubierta de oro y plata cayó frente a él, desde lo más alto del cielo, interrumpiendo su paso.
El monstruo miró hacia arriba y vio como un hombre en sus 40, cubierto de una pesada armadura de hierro pintada de dorado y con una bandera en el pecho, caía en picada directo hacía él, igual que un proyectil.
El monstruo logró esquivarlo y el caballero aún postrado por el impacto del aterrizaje, se levantó lentamente mientras tomaba su espada y miraba directamente a la horripilante bestia.
Su espada, tan brillante como su armadura, era igual de resistente y sin dudar ni un segundo, el caballero se abalanzo y empezó a atacar al monstruo sin piedad.
Clink Clank Clonk Clank
Los choques entre las garras del monstruo y la espada del caballero resonaban por todo el lugar y parecía que cada vez aumentaban la velocidad. El pequeño elfo oscuro escuchaba todo esto y no se atrevía a salir ni menos a mirar, mientras estaba sentado junto al sofá, deseando volver a ver sus padres. Su hermana estaba a su lado abrazándolo y temblando igual que él.
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Soy el más fuerte... ¿verdad? (Pausa)
Fantasy"Si eres el más fuerte entonces... ¿Cómo logré quitarte todo?" Kino Mato solía ser un estudiante normal, hasta que repentinamente fue transportado hacia Grigaria, un mundo de fantasía dividido en 8 Países que se encontraban en aparente paz. Sin emba...