Capítulo 34: Soy el más fuerte... ¿verdad?

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Luego de pasar varios días sobre los tormentosos mares que rodeaban Equios, Arcel, el elfo oscuro, finalmente se encontraba cara a cara con las criaturas que estuvieron dirigiendo el destino de todos hasta ahora.

Y, de todos ellos, a quién estaba buscando era a...

[Tú debes ser Viviera ¿eh? La Reina de los Elfos Oscuros.]

[Ohhh...] —respondió la Riaro. —[Hace mucho que no me llamaban por ese título.]

...su ancestro. La creadora de los elfos oscuros.

[Pero vamos, vamos. No te quedes ahí. Ven, ponte cómodo.]

La expresión altanera de la elfo cambió a una llena de amabilidad y proyectando un pequeño circulo con 3 símbolos en su mano izquierda, creó una pequeña mesa y dos pequeñas sillas e invitó a Arcel a sentarse. Propuesta que él, aceptó sin dudar.

Con que ella es la razón por la que mi familia vivía aislada ¿eh? —pensó Arcel mientras observaba a la Riaro. —Mi padre tenía razón, los elfos oscuros son solo las sobras de otra raza. Todos esos de mi aldea, que rechazaron su teoría, deben estar revolcándose en sus tumbas ahora mismo.

[¿Y bien? ¿Qué te trae por aquí, pequeño? Dudo que solo hayas venido a conocerme.]

[Fue algo bueno confirmarlo, pero no vine hasta aquí por eso. Es algo que quizás sea de su interés.] —respondió Arcel confiado.

[Oh. Me gusta esa mirada. Debe ser algo grande.]

[Así es, mi reina.]

Arcel bajó de la silla y se arrodillo para mostrar respeto. Y con la cabeza baja, declaró la mentira que ocasionaría el conflicto en este mundo, una vez más.

[Los humanos... no planean continuar con el trato.]

... ... ...

... ... ...

... ... ...

[¿Qué?] —exclamó Viviera con ira, luego de un largo silencio.

De pronto, la magia de la Riaro aumentó de golpe y esta vez se expandió tanto que cruzó los mares que rodeaban Equios. Los males se calmaron y algunos de los monstruos que habitaban allí, se desmayaron. Su fuerza era tal, que deshizo momentáneamente la maldición del hechicero Paradox.

Los otros Riaros estaban con una expresión casi similar y de la nada, un hoyo en la arena se abrió cerca de ellos.

["¿Qué? ¿Lo dices en serio?"]

De su interior, salió la mitad del cuerpo de un pequeño hombre de extremidades cortas, calvo, de ojos rojos y que poseía una extraña armadura que le permitía viajar bajo tierra. Parecía lo que llamaríamos un "enano", pero extrañamente, no era muy velludo y tampoco cargaba ningún arma como en las típicas fantasías.

["Cielos, esos humanos."] —comentó el Riaro enano. —["Les dimos 50 años más y ahora ¿quieren volver a oponer resistencia? Que insolentes. Mi raza aceptó su extensión con gusto. No sé porque se esfuerzan tanto por sobrevivir."]

["Ni que lo digas, Tilent.] —afirmó el Riaro duende. —["Si sabes que eres débil, solo acepta tu destino y ya. Mis compañeros debes estar felices de no lidiar más con conflictos."]

["Ustedes dos. Silencio. Nuestra señora aún no termina de hablar."] —dijo el Riaro Sangria, quien seguía encima del Riaro con forma de dragón.

Todos observaron atentamente a Viviera, esperando lo peor, debido a su problemática personalidad, pero sorprendentemente, simplemente tomó aire y cambió la forma de su silla a la de un sofá para estar más cómoda.

Soy el más fuerte... ¿verdad? (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora