Volumen 2 - Prólogo

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Dos meses antes de la llegada de Kino a este mundo.

[Hablo en serio. Se hizo rico de un día para otro.]

[Eso es imposible.]

En el País de Harasa, un lugar dónde solo habitaban humanos —y en el que el rechazo hacia otras razas priorizaba tanto que se asume que su rey fue el verdadero culpable de la idea de cerrar las fronteras— un ladrón y un mercenario cruzaban un camino empinado y lleno de rocas hacia una cueva algo conocida.

[Te digo que es verdad.] —dijo el ladrón —[Incluso... se volvió un noble... y ahora vive con el rey.]

[¿Pero no dicen que hay un monstruo en ese lugar?] —respondió el mercenario.

[¿Y tú les crees?]

[Oye, tú eres quien se está basando en un rumor para venir hasta aquí.]

Cuando ambos llegaron a su destino, observaron al frente y se encontraron con una enorme cueva que tenía una altura de más de 30 metros. A su alrededor había huesos de lo que parecían ser animales y un olor nauseabundo se podía percibir desde dentro.

Aunque cualquiera se espantaría por esto, ambos ya eran bastante experimentados y habían visto toda clase de cosas debido a sus profesiones, así que no les pareció tan sorprendente.

[Es bastante grande. Me parece poco probable que saliera de la nada.]

[Sí ¿verdad? Dicen que apareció de pronto hace 30 años, justo después de la Guerra de la Paz.]

[Y aun así... ¿quieres entrar?]

El mercenario parecía rechazar un poco la idea.

[Ya subimos hasta aquí ¿no? Sería un desperdicio no entrar.]

[Supongo que es verdad...]

Todo estaba oscuro dentro de la cueva, además de ser bastante estrecho, apenas alcanzaban 3 personas en horizontal. Las paredes tenían marcas y con cada paso que daban, podían sentir como se rompían los huesos que había en el piso.

[¿Y? Dime porque crees que ese rumor es cierto.]

[¿No te parece sospechoso?] —respondió el ladrón sonriendo. —[Una cueva con un monstruo en la que nadie debe entrar. Que justo aparece luego de la Guerra de la Paz. Y días después, varios tesoros de todos los Países se pierden. Conveniente ¿no crees?]

[¿Dices que toda esa riqueza está aquí dentro? ¿Y que ese tipo del que hablas, de alguna manera lo encontró y ahora es rico?]

[Exacto. Alguien invento la leyenda para que nadie se acercara. ¡Es increíble que le funcionará por 30 años!]

[Pero... ¿no será que es porque nadie pudo volver? En primer lugar ¿Quién te hablo sobre ese rumo-?]

[¡Oye, mira!]

Interrumpiendo a su compañero, el ladrón apuntó hacia una luz y cruzaron todo el camino hacia dentro. Cuando llegaron a lo más profundo de la cueva, se encontraron una montaña llena de puras monedas de oro, cofres, diamantes, esculturas y todo tipo de cosas brillantes de gran valor que iluminaban el lugar, reflejando la poca luz del sol que entraba por pequeños agujeros en el techo de la cueva.

[No... puede... ser...] —dijo uno el mercenario asombrado. —[¡Era verdad!]

[¡Te lo dije!]

Respondiendo con una gran sonrisa, el ladrón fue corriendo hacia la montaña de oro y tomándolo con las manos, empezó a meter todo lo que podía en la maleta que había traído.

Por otro lado, el mercenario seguía viendo la montaña, pero su experiencia le decía que algo no andaba bien. Empezó a rodear la pila de tesoros y cuando le dio la vuelta, se encontró con más huesos. Pero esta vez...

Soy el más fuerte... ¿verdad? (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora