capítulo veintiocho

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28. ¡por los ocho fantásticos!

El coche estaba en completo silencio en el regreso a la ciudad. Pero no era un silencio incómodo o desagradable. En el asiento del copiloto en la camioneta de Namjoon, Jimin tarareaba la canción que había estado sonando hasta hacía segundos en la radio, hasta que el más mayor de los amigos la había apagado, según él, porque estaba harto de escuchar la misma canción en bucle.

—No llevamos ni media hora de camino y ya ha sonado cuatro veces. —Fue lo último que dijo antes de apagar la radio del coche. Jimin había protestado durante unos segundos, un puchero en sus labios, hasta que Namjoon había amenazado con dejarlo tirado en medio de la carretera y obligarlo a llamar a Yoongi y Hoseok, quien había optado por acompañar a su amigo en el viaje de regreso, para que le recogieran.

En la parte trasera de la camioneta, Taera y Jungkook se encontraban sentados a lados opuestos, cada uno con la mirada perdida en su respectiva ventanilla, demasiado ocupados con sus propios pensamientos como para entablar conversación.

Ninguno de los dos se había atrevido a pronunciar palabra sobre lo que había ocurrido en el andén hacía más de hora y media. Ni siquiera cuando Namjoon y Jimin habían tratado de bromear al respecto. Pero, lo cierto era que Taera aún podía sentir un hormigueo agradable sobre sus labios después de aquel beso. Parecía irreal el modo en que sus labios habían encajado perfectamente, como si hubieran estado destinados a unirse después de años de estar separados por kilómetros de tierra y dolor. Y, desde que se habían subido al coche, Jungkook no había dejado de acariciarse el labio inferior, su dedo índice trazando la curva y recordando exactamente cómo se había sentido el suspiro aliviado de Taera una vez sus bocas se habían separado.

Pero ¿qué significaba aquello exactamente? Ninguno de los dos tenía respuesta y, por el momento, preferían no indagar demasiado en lo que aquel beso había cambiado.

—Entonces, ¿crees que estará en casa? —preguntó Jimin de repente mirando a Taera a través del espejo retrovisor.

Ella viró la mirada hacia el reflejo de su amigo, algo confundida hasta que finalmente asintió.

—Últimamente no tiene mucho que hacer. Ha estado buscando trabajo, pero de momento no ha habido suerte. Así que, usualmente, suele quedarse en casa cuidando de Bear.

—¿Bear? —Esta vez fue Namjoon quien preguntó.

—Nuestro gato.

—¿No eras alérgica a los gatos? —Jungkook separó la mirada de la ventanilla solo para mirarla con el ceño fruncido. Algo dentro de Taera se sacudió. Tal vez fuera la nueva calidez reflejada en los ojos de su amigo de la infancia, o el echo de que recordaba un detalle tan nimio como ese.

—Ya no. Los primeros meses fueron un infierno, pero con la medicación adecuada logré deshacerme de la alergia.

Jungkook asintió en silencio antes de regresar la mirada al paisaje. Sus dedos comenzaron a tamborilear sobre el cuero del asiento vacío entre ellos dos.

—Recuerdo aquella vez que nos encontramos una camada de gatos en el solar abandonado tras la escuela. —Comenzó a relatar Jimin—. Tae te advirtió de que te pondrías enferma si te acercabas demasiado a ellos, pero te dio igual.

—Y terminé con la cara hinchada y los ojos llorosos y prácticamente cerrados. Me acuerdo, sí. —Taera rio levemente. Recordaba perfectamente el rostro preocupado de su hermano cuando vio su estado. Al contrario de lo que sus amigos podrían haber imaginado, Taehyung estaba más preocupado por lo que sucedería una vez volvieran a casa y le pidieran a su padre dinero para los medicamentos para deshacerse de la reacción alérgica.

CAUGHT IN A LIE » jeon jungkook ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora