capítulo ocho

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O8. ¿Estás bien, cariño?

—Debo admitir que eso ha sido mucho más impresionante de lo que esperaba —se sinceró el señor Choi cuando los bailarines hubieron terminado su ensayo.

—Gracias, señor. Esto no es ni la mitad de lo que tenemos para ofrecer.

Hoseok habló orgulloso antes de darle un largo trago a su botella de agua y secarse el sudor con su toalla. El resto de bailarines hacían lo mismo a sus espaldas. Unos recuperaban el aire, otros se abanicaban con las manos y los más perezosos descansaban sentados o tumbados sobre el escenario. Jimin se encontraba en una esquina, revisando el vídeo que uno de los bailarines había grabado con su teléfono, analizando los movimientos, cambios de posiciones y transiciones de todos ellos. De vez en cuando su ceño se fruncía y codeaba al chico a su lado para señalarle las partes que menos le encajaban. Juntos discutían cuál sería la mejor manera de mejorar dichas partes.

—No me cabe duda. Se ve que sois los mejores de vuestra compañía, por eso os envió la señora Lee.

—Muchas gracias.

Hyunjoo no pudo evitar sonreír al ver como Hoseok se ruborizaba y se rascaba la nuca mientras sus labios se fruncían en una sonrisa en forma de corazón. Aquel simple gesto lograba que su corazón temblara emocionado y quedara cubierto por una sensación templada, esa que tanto había extrañado. El calor de la amistad. Los ojos de este se desviaron en su dirección y enseguida apartó la mirada asustada. Fingió prestar atención a lo que Junhee y el resto del equipo hablaba a su lado. Hoseok frunció el ceño, pero no le dio demasiada importancia.

—¡Jeon, has venido!

El grito alegre de Jimin mientras saltaba del escenario hizo que la sangre de Hyunjoo se congelara y dejara de fluir por su sistema. ¿Había oído bien? Habría pensado que podría referirse a cualquier otra persona, pues el apellido Jeon, a pesar de no ser de los más comunes, tampoco era exclusivo; habría pensado que su propia mente le había jugado una mala pasada en un momento de debilidad por el sueño; habría fabricado cualquier excusa para no enfrentar a la realidad, si no hubiera sido por la risa aguda y entrecortada que escuchó a sus espaldas. El apellido Jeon podría ser común, pero aquella carcajada no. Solo había una persona capaz de reír de aquella manera, tan escandalosa pero delicada al mismo tiempo, tan enternecedora y brillante, capaz de iluminar una sala entera. Fue la gota que colmó el vaso, aquella risa fue la causante de que Hyunjoo perdiera los nervios. Por mucho que tratase de ocultarlas, las primeras lágrimas nerviosas ya se habían agolpado en las esquinas de sus oscuros ojos y su labio inferior había comenzado a temblar. Se llevó una mano a la boca, sintiendo como una fuerte arcada la sacudía. Junhee, que había escuchado las quejas de la joven, se giró preocupado.

—¿Estás bien? —Ella solo atinó a asentir antes de darse la vuelta y dirigirse a paso avanzado hacia la salida.

Quizá si el pasillo central hubiera sido más estrecho, quizá si el mareo no la hubiese hecho tambalearse, no habría chocado contra el cuerpo que caminaba en dirección contraria a ella, de camino a encontrarse con su amigo Jimin. Hyunjoo no levantó la cabeza, sino que se encogió aún más, murmurando algo parecido a una disculpa.

—¿Estás bien, cariño?

Su voz se sentía tan cálida y tierna, a pesar del tono grave que esta había tomado con el paso de los años. Pero no fue eso lo que llamó la atención de Hyunjoo. «Cariño». ¿Acaso la había reconocido?, y, aunque lo hubiera hecho, ¿por qué habría de llamarla así? Lentamente, como si todo su cuerpo pesara toneladas, y casi asustada, Hyunjoo levantó la mirada. Frente a ella había una chica de cabellos claros como los suyos, aunque con reflejos algo más rosados, casi corales. Tenía los ojos abiertos como platos, aún anonadada después del golpe, y los labios levemente separados. Por detrás de ella asomó un joven mucho más alto que las dos chicas, con el cabello tan oscuro como su chaqueta vaquera, cuyas mangas estaban recogidas, dejando a la vista la piel de sus brazos cubierta de tinta de varios colores. Negro, rojo, verde e incluso morado. Toda una colección de tatuajes que subían por todo el antebrazo hasta perderse bajo la tela oscura. Su cabello lucía mucho más largo de lo que Hyunjoo recordaba, además de que había tomado una forma ondulada que lo hacía lucir más espeso, aunque con un toque salvaje. Ese definitivamente no era el Jungkook que ella recordaba.

CAUGHT IN A LIE » jeon jungkook ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora