CAUGHT IN A LIE » jeon jungkook ✔

capítulo veinticinco

25. una tumba vacía, un corazón colmado

tw: mención de abuso doméstico e infantil, mención de suicidio (en general mucho angst para ser sano pero, oh well, qué se le va a hacer)

Jungkook frunció el ceño al ver la camioneta de Namjoon aparcada frente a la tienda, pero, si le pareció extraño ver a Hyunjoo subirse a esta con toda la familiaridad del mundo, no lo comentó. Tras haberlos visto hacer manitas en la cena, no le extrañaba y se alegraba por su amigo y por Hyunjoo. Namjoon era mucho mejor partido que Junhee.

El trayecto a través de la ciudad fue silencioso y tenso. Taera apretaba el cuero del volante y tamborileaba los dedos sobre este al ritmo de una canción que solo ella podía oír. Jungkook, mientras tanto, observaba por la ventanilla a su derecha intentando adivinar adónde demonios lo estaba llevando. Y casi prefirió no haber sabido la respuesta una vez el motor de la camioneta se detuvo.

—¿Un cementerio? ¿Me has arrastrado hasta el cementerio?

Claro que no era cualquier cementerio. Hyunjoo debía haber notado la nostalgia y el dolor con el que había observado aquel montículo desde la terraza de su casa en aquella noche lluviosa.

—Escucha, la verdad es que no me apetece volver a hablar de Taehyung. Aquella noche iba algo bebido y se me fue la lengua. ¿Podrías llevarme a la tienda de música, por favor?

Pero Hyunjoo no escuchó. Se bajó de la camioneta y comenzó a caminar a través del aparcamiento hacia las puertas de hierro de la entrada. Jungkook maldijo entre dientes y bajó del coche, cerrando de un portazo. Corrió detrás de ella y no paró hasta haberla adelantado. Taera dejó que fuera él delante, fingiendo no saber en qué dirección estaba la tumba que iban a visitar.

Hacía años que Jungkook no pisaba aquel sitio. En su cumpleaños número 18, se había dirigido a aquella misma colina acompañado del resto de los chicos y lo habían celebrado en silencio o bromeando entre murmullos frente a la tumba de su mejor amigo. También le habían dejado una ofrenda a su madre, que yacía a apenas unos metros de distancia. Los mismos metros que separaban a Taera y a Jungkook ahora. Este había caminado en silencio y con paso rápido hasta pararse frente al nombre de su amigo grabado en la piedra, rozándolo con las yemas de los dedos e ignorando los pasos cautelosos, casi atemorizados, de la joven a sus espaldas. Jungkook se arrodilló sobre la tierra e hizo una reverencia susurrando un tímido "Buenas noches, Tae". Sin embargo, no era la tumba de Kim Taehyung la que Hyunjoo estaba observando.

—Para que esto funcione necesito que me escuches atentamente y que no me interrumpas —susurró Taera aún observando la tumba de su madre.

—¿De qué hablas?

—¿Prometes guardar silencio y no juzgarme hasta que haya terminado de hablar? —Jungkook estaba a punto de protestar de nuevo, pero ella lo miró a los ojos seriamente—. Por favor, promételo.

—Toda esta situación me está dando muy mala espina, Hyunjoo. ¿Podemos irnos?

—Por favor... —suplicó ella, esta vez con algo más de urgencia en su voz.

—Vale, vale. Lo prometo. Pero ¿tiene que ser aquí? ¿No podemos simplemente hablar en otro sitio?

Taera tomó una gran bocanada de aire al tiempo que negaba y se arrodillaba frente a la tumba de su madre. Acarició la piedra mientras le rogaba a su madre que, desde donde quiera que estuviese, le diera todas las fuerzas que necesitaría para enfrentarse a su pasado y al desastre que provocaría en su futuro una vez comenzara a hablar. Jungkook observó en silencio el perfil de la joven Hyunjoo, sus hombros temblorosos por el esfuerzo de contener las lágrimas. No supo qué hacer ni cómo reaccionar, así que simplemente esperó. Esperó a que Hyunjoo se calmara lo suficiente como para explicarle por qué demonios habían acabado arrodillados frente a las tumbas de su mejor amigo y la señora Kim.