capítulo catorce

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14. Por eso te quiero

Hyunjoo no recordaba lo hermosa que lucía la ciudad desde aquella altura y la calma que le transmitía el campo santo. Un lugar tan silencioso, pero el mismo tiempo con tanto que contar, con tantas historias que narrar.

Bajo sus pies, la gravilla del sendero crujía igual que las ramas de los árboles esparcidos por la colina. Su respiración, irregular y nerviosa, se entremezclaba con el viento fresco que hacía una hora mecía las cortinas del cuarto de Taehyung. Ahora era su pelo el que sacudía, la tela fina y blanca de su camisa revoloteando sobre su pecho.

Hyunjoo se detuvo unos instantes para admirar el camino recorrido, que no era poco. Las luces de la ciudad habían quedado reducidas a algunos puntos distantes, esparcidos sobre el plano como las estrellas en el cielo. El rojo de los semáforos, el blanco de las oficinas, los neones de los locales nocturnos. Todos se entremezclaban en una constelación resplandeciente y hermosa. Hinchó sus pulmones una vez más y dio el último empujón hasta la cima.

Aunque trató de controlar las pulsaciones de su corazón acelerado, no pudo evitar que se desbocaran en cuanto la fila de lápidas con nombres y fechas desconocidos se alzó frente a ella. Solo una tumba destacaba entre todas las demás, sin embargo, no fue esta el que llamó la atención de Hyunjoo, sino la figura de su hermano dormido con la cabeza recostada sobre la piedra con el nombre de su madre tallado.

Por mucho que le doliera, no pudo evitar sentir algo parecido a la ternura quemándole el pecho. Era la primera vez en mucho tiempo que veía a Taehyung descansar con el rostro completamente relajado. Había sido su madre quien, incluso en el otro mundo, había logrado calmar y arrullar a su hijo hasta tenderle en los brazos de Morfeo como solía hacer cuando estaba viva, cuando Taehyung era solo un crío.

Hyunjoo avanzó los pocos pasos que la separaban de Taehyung y se acuclilló frente a él, inclinando la cabeza con algo parecido a una sonrisa asomando por entre sus labios. El mayor de los Kim descansaba en una postura de todo menos cómoda, con el cuello retorcido en una posición que probablemente le haría gemir de dolor una vez se despertara. Estaba sentado en el suelo, sobre la gravilla blancuzca, las piernas completamente estiradas, alcanzando casi hasta la mitad del camino. No importaba, no había nadie a quien molestar, nadie que fuera a pedirle permiso para pasar sin pisarle.

Se preguntó si realmente merecía la pena despertarlo, si no se sentiría culpable cuando lo hiciera, sabiendo que una vez abandonaran aquel lugar Taehyung no volvería a dormir de una manera tan pacífica sin ayuda de sus pastillas. Pero se recordó que estaban en un cementerio, volvió a admirar la postura enrevesada y dolorosamente incómoda en la que descansaba, y, con todo el dolor del mundo, llevó una mano a su hombro. Sacudió a Taehyung con cuidado mientras susurraba su nombre con cautela.

—Tae... Vamos, Taehyung. Tenemos que ir a casa.

—No quiero ir a casa. No contigo —masculló él aún sin abrir los ojos. Hyunjoo suspiró y dejó caer su mano a un lado de su cuerpo, rozando las piedrecillas del suelo.

—Lo siento, ¿vale?

No, no valía. Iba a costar más que eso lograr que Taehyung volviera a confiar en su palabra.

Se dejó caer en el suelo, justo frente a la lápida de su madre. Observó la piedra en silencio, sorprendida por la falta de lágrimas. No estaba triste, en absoluto. Era calma lo que sentía. Calma, sosiego, alivio. Estaban juntos otra vez. Los tres reunidos.

—Hola, mamá. Me alegro de verte de nuevo.

Taehyung abrió los ojos ante las palabras de su hermana. La escudriñó en silencio. Su pelo recogido en un coleta desordenada, con más cabellos fuera de esta que dentro. Su ropa ahora manchada por el polvo blanco de la grava y sus mejillas naturalmente sonrojadas. Volvió a cerrarlos, recostándose sobre la piedra en una postura más cómoda.

CAUGHT IN A LIE » jeon jungkook ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora