3

392 33 22
                                    

Rododendro se sorprendió bastante, nunca había visto a Pascua tan alterado. Sintió que estaba con alguien más porque no podía creer que fuese posible ver al hippie perder la cordura.

-NO ES POSIBLE! ESOS DOS? UGHHHHH-

Cómo explicaría el filósofo que lo que tenía eran celos por la relación de Ferdinand? Gabrelle había logrado lo que Pascua había deseado hacer desde hace tanto.

-P-pascua...- El poeta le tomó la mano. - Te importaría decirme qué sucede? Puedes confiar en un servidor.-

- Es una estupidez, carnalito Rodo, no te preocupes-

- No importa, si te molesta tanto, es mejor que lo digas-

-Eh... E-Es que...-

El trovador lo miraba a los ojos, causando aún más nerviosismo en Pascua, quien se había tornado de un rojo escarlata. Sabía que no era correcto, que no estaba bien lo que sentía y lo que habían hecho juntos durante el concurso. 

-Estás bien, Pascua?-

-S-sí, sólo que... e-eh... y-yo...-

No tuvo otra idea más que escapar de allí

-Voy al baño...- dijo el hippie echándose a correr para posteriormente encerrarse en la aludida habitación, dejando a un confundido Rododendro que lo siguió con la mirada.

Pascua, allí encerrado, caminaba en círculos tratando de atar los cabos en su cabeza. Después de una hora, decidió ponerse a fumar un poco para calmarse y despejar su mente. Él realmente creía que pensaba mejor cuando se encontraba bajo el influjo de los psicodélicos, sin embargo, cuando los consumía, se le iba el sentido de la lógica.

- Chaaaales, ¿Qué debo hacer?¿Será lo correcto intervenir? Es que... Aaaay Ferdinand es mi todo... Es el ying de mi yang... - Pascua comenzaba a desvariar - Y ese enano borracho tiene lo que claramente es mío..- La ira se apoderó de él y en un arranque, lanzó un jabón que había en el lavabo con tanta fuerza que rompió la ventana. 

Rododendro escuchó el ruido y se levantó a ver qué pasaba, encontrando el cristal destruido y al filósofo iracundo, pero ahora también, cegado por el efecto del cannabis.

-¿Pero qué acaba de pasar?- Preguntó el poeta, con miedo de ser golpeado por algún otro objeto.

Los ojos rojos del hippie mandaron a Rododendro una mirada penetrante que lo hizo estremecer.

-Hay que hablar con Ferdinand.- Dijo el hippie con determinación

-P-pero...-

-Dije, HAY QUE HABLAR CON FERDINAND...-

Rododendro asintió sin chistar, aunque por dentro, estaba temeroso por lo que iba a pasar. La ira y la pachequez eran una terrible combinación y sin duda alguna, todo terminaría en desastre...


¿Qué nos pasó?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora