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Mientras Rododendro terminaba de expulsar todo lo que llevaba en su interior, Gabrelle le sostenía el cabello para evitar que se ensuciara.

-P-por qué?- Farfulló el poeta mientras se limpiaba la cara.

No podía creer cómo Juan se empeñaba en herirlo de esa manera. 

Sabía que su primo había sufrido bastante al no tener una figura de autoridad estable, pero no creía que fuera a llegar a ese nivel.

Salió del baño sin importarle todo el malestar que tenía.

-Gabrellito, gracias por haber venido conmigo justo ahora que se necesita-

-Para eso estamos los amigos, no?-

El más alto abrazó a su compañero con todas sus fuerza. -Eres muy fuerte, Gabrelle, pocos se atreven a escapar de ahí-

El de la capa azul índigo suspiró con un poco de melancolía, sin embargo sabía que hizo lo correcto.


Después de todo eso, ninguno de los dos quiso seguir bebiendo, prefirieron irse al mercado donde se encontraba aquel local. El sitio estaba vacío puesto que Confi y los demás huevos de confeti habían salido a buscar al hippie.

El olor a patchouli que permanecía, de una manera tan tenue, hizo llorar a Rododendro, el cual trataba desesperadamente de retener sus lágrimas. 


Al día siguiente, los poetas se levantaron más temprano que de costumbre, ambos un poco crudos pero conscientes de que era momento de ir a aquel hotel donde tenían de rehén a Pascua. 

- Creo que no sería lo más viable entrar así como así- Dijo Rododendro mientras miraba la fachada del recinto, el cual no se encontraba en las mejores condiciones.

Se quedaron parados pensando cuál sería su estrategia, pero de pronto un ruido los hizo desviar la atención y mirar hacia atrás.

-O sea, ya te dije que no güey!- Exclamó una hueva de cabello rubio y rizado, la cual acababa de propinar una tremenda cachetada a cierto albañil.

- Ni modos, tú te lo pierdes- Respondía el trabajador sobándose la mejilla.

-Filoteo ven pa acá!- lo llamó otro albañil -Acuérdate que tenemos que arreglar este hotel-

-Ahí voy, maistro- Dijo Filoteo mientras dejaba a la fémina hablando sola como de costumbre.

En ese instante, un foco se encendió en la cabeza de Gabrelle.

-Seguro podremos rescatar a Pascua si nos hacemos pasar por albañiles-

-y quién nos va a creer eso? No parecemos albañiles- 

-Con esa melena que te cargas, ya nomás te hace falta una barbita. Además, el olor a alcohol ya lo tenemos-



¿Qué nos pasó?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora