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*** Bajo la perspectiva de Juan***

Esto es el colmo! Si el estúpido de Ferdinand se ha rajado tan fácilmente, eso significa que tendré que hacer todo yo. Pero por supuesto que no voy tras Gabrelle, sino por Rododendro. 

Mentiría si dijera que lo considero familia mía, aunque la yema nos hace parientes, me resulta asqueroso pensar que ese lazo entre los dos existe. 

Como sea, yo lo voy a encontrar y lo voy a desaparecer por fin. 

Recorrí todo el mercado, sin señales de él, hasta que di con un apestoso negocio de quinta. El olor a petate quemado propio de los huevos de confeti me hizo arrugar la nariz mientras decía para mis adentros: -Guácala!-

Me abrí paso en ese horrible lugar, pero por más que buscaba, sólo habia huevos de confeti. 

Me quedé pensando un momento, hasta que cierto hippie rastudo apareció ante mis ojos. Era el noviecillo de Rododendro así que podría usarlo como carnada para atraparlo.

Era perfecto! Si secuestro a este mugroso, seguro Rododendro irá por él, pero en cuanto entre al depa, no volverá a ver la luz del día...

No lo pensé dos veces, aprovechando que aún traía puesta esa peluca, me le acerqué tratando de actuar natural.

- Carnal? Ya estás mejor?- Me dijo sin sospechar nada.

- Eh... Sí, por qué?-

-Pues te volviste a poner tu capa así en corto -

-Ya sabes cómo soy, no puedo vivir sin esta capa...- 

-Oye, qué es eso que está atrás de ti? - 

El huevo de colores volteó y yo sin pensarlo dos veces le puse la bolsa en la cabeza para después llevármelo a la fuerza hasta mi depa. 

A pesar de que pataleaba cómo un loco, en ningún momento lo solté. 


Ya en casa me esperaban Ferdinand y Gabrelle, al cual le habían dejado el ojo bien morado.


***Bajo la perspectiva de Pascua***

Chales carnal, me cae que andaba bien raro el Rodo, quién sabe a dónde me llevaba.

Me dejaron caer al piso y de pura suerte no se me quebró el cascarón.

Cuando me quité la bolsa, vi a mi captor a los ojos y ahí es cuando me doy cuenta de que no es el Rodito sino su primo, el cual ya no traía puesta la peluca.

-Ahora sí te pasaste, Juan- Le reprochaba Gabrelle mientras sostenía un cubito de hielo pa bajarle la hinchazón del ojo. Al parecer le habían dado el madrazo de su vida.

Tenorio y Gabrelle forcejearon con un mecate que el primo malvado del Rodo estaba ocupando para amarrarme a una silla. 

Les juro que no había visto tanto jaloneo desde que Ferdinand y yo... Bueno, ya saben.

Hablando de Ferdinand, cuando lo vi llegar al cuarto, me entró la sensación de esperanza, creyendo que él sería capaz de soltarme.

Por qué sigo esperando algo así de su parte? No sé pero ya me empezaba a malviajar bien recio.

¿Qué nos pasó?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora