35

112 13 3
                                    

-sabes qué? Ya pa qué lo trato de negar- Decía la doncella, suspirando amargamente 

- y ahora qué piensas hacer?- La astronauta la miró con preocupación .

-Pues ni modo de enjaretarle el paquete a Juan-

-Si se entera que no es suyo seguro te cuelga- 

-pues ya ni modo... - 

Caminaron sin rumbo por un rato y decidieron sentarse a descansar en la banqueta. 

Allí, recargado en un poste se encontraba un huevo castaño con un pedazo de papel china que asemejaba un paliacate. Su aspecto se veía bastante descuidado. Unas ojeras enormes y verdosas lo hacían parecer aún más desaliñado.

Inés, al darse cuenta de la presencia de aquel, puso una cara de repulsión. Al parecer el olor a petate quemado mezclado con patchouli la estaba mareando y bueno, nadie puede culparla si estando en plena gravidez, era obvio que no soportaría dichos olores.

- Quítate! Apestas!- dijo mientras se abanicaba con la mano.

-L-lo siento...-

-Seguro este imbécil es un marihuano asqueroso! Hasta acá se ve el confeti-

-qué?- 

-No eres uno de esos huevos de confeti que se meten sustancias raras?-

-Eh... bueno, de que me meto, pues a veces pero no soy un huevo de confeti y mucho menos un vagabundo-

-entonces?-

El castaño se quitó la pañoleta de papel, dejando al descubierto su larga cabellera. -me reconoces ahora?-

-la verdad no-

-Soy Rododendro Tenorio, sí, el poeta-

-Espera... Tenorio?-

El trovador asintió avergonzado.

-En ese caso, creo que me vas a ser útil-

-ah si?-

-ajá pero primero báñate-

¿Qué nos pasó?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora