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***Narrado desde la perspectiva de la sargento Kie Hue Bo Ta***

Fue ahí donde la cosa se puso más incómoda de lo que ya estaba. 

Sé que a Inés no le gusta mostrarse vulnerable ante los demás pero en estos días, creo que se abrió un poco más conmigo respecto a sus sentimientos y puedo ver que es tan sensible como yo. Estábamos mirándonos en silencio y para ser sincera, no hicieron falta las palabras para saber que estábamos pensando casi lo mismo.

Yo sé que es lo suficientemente independiente como para poder cuidar de ese bebé ella sola, pero había algo en mí que no me dejaría apartarme de su lado. Tal vez era mi instinto o algo por el estilo. No tengo idea pero fue ese impulso que me hizo querer acercarme a ella justo cuando estábamos ahí, solas, viéndonos la una a la otra.

Antes de que pudiera dar el siguiente paso, Inés rompió el silencio.

—Creo que... ya es muy tarde, no?—

Asentí, saliendo de mi trance.

—Tienes razón— le dije intentando ocultar mis nervios. —El doctor dijo que deberías dormir por lo menos ocho horas. Necesitas recuperar tu energía.—

—pues sí... eh... gracias. La verdad sí me hacía falta hablar con alguien—

—No hay de qué—

Le sonreí antes de que se fuera cada quien a su casa. 

Me quedé mucho tiempo pensando en lo que estuve a punto de hacer ahí mismo y sinceramente creo que manejé bien la situación. En estos momentos no me puedo dar el lujo de hacer una estupidez.

Mientras caminaba de vuelta al Eggnterprise, traté de poner mi mejor cara para que el resto de la tripulación no se diera cuenta de que algo traía entre manos. 

Entré y vi la nave apagada. Casi todos estaban en sus respectivos camarotes, excepto por el capitán que se quedó dormido encima del panel de control. Suspiré y decidí hacerle compañía un rato, aunque él ni siquiera notara mi presencia.

Me quedé callada y sólo me preguntaba constantemente: "¿cómo estará Inés?"



....



***Narrador omnisciente***


Lo que Kie Hue Bo Ta no sabía es que Juan Tenorio se hacía la misma pregunta. 

Fue desde los eventos de Eggbrother que no la había vuelto a ver.


Esa noche, no durmió y se dirigió al refrigerador a comer algo para calmar sus ansias.

Estaba solo, completamente solo en la cocina, a la luz de la nevera y en un silencio que sólo interrumpían los ocasionales ronquidos de Ferdinand.

Tomó la botella de brandy a medio beber y sin pensarlo dos veces, engulló el resto de su contenido como si de agua se tratase mientras se acordaba de lo que había hecho desde que entró al grupo de los poetas. Sabía que ese lugar le pertenecía a Rododendro, pero no se arrepentía de nada. Por fin dejaría de ser la sombra de su primo... por fin...

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⏰ Última actualización: Sep 01 ⏰

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