Tu Duda y La Mía

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" ...Yo quiero ser tu almohada, tu edredón de seda,
besarte mientras sueñas y verte dormir.
Yo quiero ser el sol que entra y da sobre tu cama,
despertarte poco a poco, hacerte sonreír.

Todo lo que me quieras dar quiero que me lo des,
yo te doy todo lo que un hombre entrega a una mujer.
Y más allá de ese cariño que siempre me das,
me imagino tantas cosas quiero siempre más.

Tú eres mi dulce desayuno, mi pastel perfecto,
mi bebida preferida, el plato predilecto.
Como y bebo de lo nuevo y no tengo hora fija,
de mañana, tarde o noche, no hago dieta..."
.
.

Algunos rayos del sol se colaban entre las cortinas que cubrían aquel balcón de la habitación de Joaquín. El primero en despertar fue precisamente él, quien se encontraba en un gran dilema: necesitaba ir al baño por cuestiones de la naturaleza y deseaba quedarse quieto en la cama para no despertar a su dulce y traviesa mujer.

Pero de manera telepática, ella abrió sus ojos y sus miradas se encontraron. Ella lo primero que hizo fue esbozar una sonrisa y él al ver esa sonrisa sintió tanta ternura; y agradecimiento con el mundo por la existencia de ella.
Su único deseo fue besar esos labios que eran parte de su debilidad y así lo hizo: un beso lento, ardiente y más que correspondido. Esa necesidad de fundirse de manera más íntima los llevo a que él se sentara en la cama apoyándose en el respaldar y ofreciéndole las manos a su mujer para guiarla hasta donde él anhelaba.

Ella entendió cuál era el propósito e inmediatamente colocó sus piernas, una a cada lado del cuerpo masculino. No era necesario esperar pues el miembro estaba erecto, sin embargo Lucía deseaba darle un toque de desesperación. Así es como ella empezó con movimientos circulares de sus caderas, a rozar su -ya húmeda- intimidad sobre el miembro. Esta acción los llevó a dar inicio a sus gemidos, muy roncos por ambas partes. Las manos de Joaquín se mantenían acariciando entre el trasero y los muslos de Lucía. En un momento, él colocó una de sus manos en la base de su miembro para acomodarse en la entrada de ella, pero los planes eran otros.

Lucía tomó las manos de Joaquín e intentó colocarlas sobre la cabeza masculina pero en un movimiento rápido él logró tomarla por el cuello con una mano y la otra la llevó a uno de los senos para empezar a lamer y succionar con devoción. Ella sólo pudo cerrar sus ojos y disfrutar de las sensaciones de aquel momento.

Luego de darle la debida atención a uno de esos senos que lo volvían loco, subió con una mezcla entre besos y mordidas hasta donde él sabía perfectamente que era la zona más erógena de Lucía. Al empezar a besar y lamer ahí, sintió como el cuerpo femenino se rindió a él.
Esa total entrega nunca la vivió con nadie, quizás porque sólo en él estaba y se sentía segura. A pesar de aquella vez, que motivada por su inseguridad la llevó a dar por finalizada la relación con Joaquín para darle la oportunidad a Francisco Marabotto o más conocido como: Pablo Alarcón.

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***FLASHBACK ON***

Lucía estaba cerrando la puerta de su piso con algo de dificultad, debido a que su brazo derecho estaba sujeto al cabestrillo y al intentar encender la lámpara que estaba en la primera mesa accesible se llevó un susto cuando alguien encendió las luces antes que ella lo hiciera.

Su mirada hizo contacto con la de Joaquín, quien estaba sentado en el sillón preferido de Lucía. Tenía una expresión muy seria que la congeló, haciendo que tragara grueso. Dejó sus llaves sobre la mesa.

-Joaquín: Buenas noches Lucía.

-Lucía: Buenas noches Joaquín. Pensé que estabas en tu casa.

☆LOS SILENCIOS DE LA VOZ SENIOR☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora