Capítulo 9

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El final del verano estaba cada vez más cerca y, conforme los días pasaban, Viveka se iba apagando. Se estaba dejando morir en vida, sin prestar atención a nada que no fuera el trabajo en el telar. El resto de cosas ya no importaban, ni siquiera se preocupó de nuevo cuando su padre regresó de la reunión de Hovsektrikt y no encontró a Sigurd entre los guardias. Una parte de ella mantenía la esperanza de que regresase, pero no sintió nada cuando estudió cada uno de los rostros y no le reconoció. 

No, ya no quedaba nada de Viveka, todo se había roto el día que discutió con él.

Para no haberle querido, estaba afrontando esa ruptura de una forma demasiado dolorosa, quizás más por todo lo que implicaba que por él mismo. Sus sueños se habían marchitado y era demasiado cobarde como para sacrificarse a los dioses. La única esperanza que le quedaba era que su otra vida fuese mejor que la que estaba teniendo en midgard. 

Pocos días antes de que el verano acabase, sus padres por fin le hablaron de la boda. Viveka asumió la noticia sin inmutarse, procurando contener la rabia. "Gracias por haber sido tan considerados, este matrimonio lleva planeado 17 años y me lo decís con tan solo una semana de antelación" quiso decir, pero se mordió la lengua y se guardó su enfado para sí misma. Tan solo asintió y no hizo preguntas.

-Ivar ha estado muy ocupado fuera de nuestro territorio -le informó su padre. Viveka intuyó que ese era el nombre de su marido-, no hemos podido celebrar antes la boda por eso.

No respondió, ella se limitó a escuchar.

-¿Algo que quieras decir? -preguntó su madre una vez terminaron de contarle todo.

-¿Lo que diga va a poder anular la boda? -soltó, temblando. Había intentado contenerse, pero no podía callarse cuando le habían hecho una pregunta tan directa. 

Su padre se revolvió en el asiento, incómodo, mirándola con preocupación. Su madre ahogó un grito. 

-Viveka...

-No me gusta esto y nunca me va a gustar -advirtió, cortando antes de que pudieran poner cualquier excusa-. ¿Con todo lo que está sucediendo en la isla crees que es buena idea alejarme de Valistue? -cuestionó directamente hacia su padre.

Ull se tensó en el asiento y miró de forma discreta y rápida a su mujer. Magrit los miraba confusa, alternando la vista de su marido a su hija, sin entender lo que estaba sucediendo.

-Eso no es algo que te incumba -respondió.

-Me incumbe si voy a ser usada como moneda de cambio para la paz -espetó. Toda la energía que no había empleado durante esos días estaba explotando de golpe.

-Es necesario y tú responderás como debes -amenazó su padre.

-¡Ull! -intervino su madre-. ¿Qué ocurre?

-No es necesario -repuso Viveka-. Míralo, si hablas más con el jarl Einar que con tu mujer. Debiste haberte casado con él. 

-¡Viveka!

-Es cierto -siguió-. ¿Te ha contado a ti algo de la posible guerra? -le preguntó a su madre-. Porque estamos a punto de levantar las armas contra nosotros mismos. Hay personas que quieren derrocar al príncipe -continuó explicando- y yo lo sé no porque me lo haya contado nadie, sino porque él usó mi cumpleaños como excusa para hacer un pequeño consejo de jarls con Einar y Jorgen y los escuché -acusó.

-Ull...

 -Vete a tu habitación, Viveka -ordenó su padre, ignorando por completo las quejas de su mujer-. No salgas de ahí hasta nueva orden.

-¿Me estás encerrando?

-Te estoy pidiendo que te marches -repitió- y lo estoy haciendo por las buenas. Si sigues así entonces es posible que te encierre.

La jarl de EngerestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora