Capítulo 15

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2 años después...

Viveka aprovechó mientras su contrincante pensaba para darle un trago a la jarra de cerveza que le acababan de traer. Estaba confiada, esa partida de sjakk estaba ganada.

A su lado, Tora alzó su cuerno, felicitándola de antemano, y Viveka negó. Por mucho que la partida estuviera ganada, no era bueno celebrar antes de obtener la victoria. Había dejado un cebo precioso y, aunque su rival no cayera en él, el movimiento que haría para evitarlo le brindaba otra jugada, la auténtica jugada que llevaba planeando desde el principio de la partida. Si, un movimiento y estaba ganado.

Bueno, quizás dos.

La decisión que había tomado su rival no era ninguna de las que ella esperaba, era algo loco y completamente improvisado, y debía pensar bien. Ella era buena jugando, pero su oponente llevaba más años practicando y estaba segura de que, aunque él hubiera sido uno de sus maestros en ese juego, aún no había visto todos sus trucos.

Ella movió una de sus piezas y, por la expresión del hombre frente a ella, ya había perdido. Tres rondas más y la estatuilla de Njörðr, su pieza principal, fue derribada del tablero. 

-¡Noooo! -la exclamación de sorpresa de Tora marcó el final de la partida. 

Viveka se quedó quieta, contemplando las piezas que quedaban, buscando cuál había sido su fallo. Lo tenía todo calculado, era un plan perfecto, y de la nada todo se había torcido.

-Vaya, has derrotado a la jarl -junto a ella, Kalevi estaba igual de sorprendido. Su hermano acudía a visitarla con frecuencia.

-Futura jarl -corrigió el hombre-. Además, cuando la conocí ni me dijo quién era, no se merece ningún trato de favor -añadió, algo indignado.

-No te lo estoy pidiendo, Emil -se apresuró a hablar Viveka-, y ya me he disculpado mil veces por eso -él continuó fingiendo que estaba ofendido y ella suspiró-. Bien jugado -le felicitó, tendiéndole la mano-. A esta ronda invito yo.

Al oír eso, Emil rebajó su enfado y estrechó la mano de Viveka.

-Tu fallo es el de siempre -comenzó a explicarle, justo como hacían después de cada partida-: tienes un plan y, aunque cada vez piensas más alternativas, no eres capaz de adaptarte. Fluye. Vas de maravilla hasta el momento en el que lanzo la ofensiva.

-No voy tan bien, vas poniendo las piezas donde quieres sin que me dé cuenta.

-Sí, es cierto -reconoció-, pero si supieras adaptarte en lugar de entrar en pánico, todo estaría mejor.

-No entro tan en pánico -se defendió Viveka y Emil arqueó las cejas-. Puede. Un poco.

Kalevi se carcajeó a su lado y Tora casi se atragantó con la cerveza. Si, incluso con las derrotas al sjakk, esos dos años habían sido mucho mejores de lo que podía esperar. 

~~

Esa noche la brisa era especialmente agradable. El verano estaba llegando a su fin y pronto volverían las lluvias y las nevadas, puede que incluso antes de tiempo. Desde lo alto de la muralla de Engerest, Viveka disfrutaba del buen tiempo con la imponente vista de la frontera de fondo. Las torres se alzaban majestuosas, recortando el cielo estrellado de una forma preciosa. Cada vez que las contemplaba, algo dentro de Viveka le gritaba que fuera a verlas, pero entonces recordaba el por qué de su existencia y las historias de Hilda sobre su tiempo en ellas hacían que el grito se ahogase. Quizás, más que lo que le había contado la propia Hilda, le asustaba más la versión de Tora sobre esos meses. Ella no había estado nunca, siempre había permanecido en Engerest como parte de la guardia de la ciudad y, posteriormente, del jarl, pero Hilda había ido directa hacia allí después de superar las pruebas de acceso. Tora, quien había pasado las pruebas unos meses antes, había animado a las otras dos chicas a que lo hicieran. Gudrun fue la primera, entrando en el cuerpo de caza, limpiando las montañas cercanas de cualquier amenaza. Viendo que sus amigas tenían esos puestos tan cómodos, Hilda se animó por fin, llevándose la peor parte. Los meses que estuvo en la frontera fueron lo que terminaron por curtirla, dándole esa forma de luchar tan feroz y haciendo que sus amigas apenas la reconocieran. Su labor allí fue lo que le consiguió el puesto como guardia del jarl Einar.

La jarl de EngerestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora