𝗦𝗖𝗔𝗥𝗟𝗘𝗧𝗧 ๛ 𝗷𝗮𝘀𝗽𝗲𝗿 𝗵𝗮𝗹𝗲

35.

Capítulo 35: Egoístas.

SCARLETT.

Lamentablemente, a veces la calma es necesaria antes de que la tormenta avance y destroce toda la poca paz que tienes.

—Una tropa... —susurra Alice, como si acabase de tener una epifanía—, ¿por qué no me lo dijiste?

Paso mi lengua por mis dientes, incómoda. No me atrevo a mirar a Jasper como todos lo hacen. Él está concentrado en mantenerme calmada.

—Creí que había interpretado incorrectamente las señales. ¿Y por qué? ¿Quién iba a crear un ejército en Seattle? En el norte no hay precedentes ni se estila la vendetta. La perspectiva de la conquista tampoco tiene sentido, ya que nadie reclama nada. Los nómadas cruzan las tierras y nadie lucha por ellas ni las defiende.

Creo que la respuesta es demasiado clara a estas alturas, pero veamos qué tienen ellos. Odio sentirme calmada cuando no quiero estarlo.

—Pero he visto esto antes y no hay otra explicación. Han organizado una tropa de neófitos en Seattle. Supongo que no llegan a veinte. La parte ardua es su escasa capacitación. Quienquiera que los haya creado se limita a dejarlos sueltos. La situación sólo puede empeorar y los Vulturis van a aparecer por aquí a no tardar mucho. De hecho, me sorprende que lo hayan dejado llegar tan lejos.

—¿Qué podemos hacer? —pregunta Carlisle.

—Destruir a los neófitos, y además hacerlo pronto, si queremos evitar que se involucren los Vulturis. —El "Si queremos" me nubla la mente y me llena de una furia que se disipa al instante—. Les puedo enseñar cómo hacerlo, aunque no va a ser fácil en una ciudad. Los jóvenes no se preocupan de mantener la discreción, pero nosotros debemos hacerlo. Eso nos va a limitar en cierto modo, y a ellos no. Quizá podamos atraerlos para que salgan de allí.

—Quizá no sea necesario —como siempre, Edward alentando ideas suicidas—. ¿A nadie se le ha ocurrido pensar que la única posible amenaza para la creación de un ejército en esta zona somos... nosotros?

Bingo, invasor de mentes.

—El grupo de Tanya también está cerca —menciona Esme.

—Los neófitos no están arrasando Anchorage, Esme. Me parece que deberíamos sopesar la posibilidad de que seamos el objetivo.

—Ellos no vienen a por nosotros —insiste Alice. Hace una pausa—, o al menos... no lo saben, todavía no.

—¿Qué ocurre? —inquiere el invasor de mentes, curioso y nervioso a la vez—. ¿De qué te has acordado?

—Destellos —contesta Alice—. No obtengo una imagen nítida cuando intento ver qué ocurre, nunca es nada concreto, pero sí he atisbado esos extraños fogonazos. No bastan para poderlos interpretar. Parece como si alguien les hiciera cambiar de opinión y los llevara de un curso de acción a otro muy deprisa para que yo no pueda obtener una visión adecuada.

—¿Crees que están indecisos? —pregunta Jasper, incrédulo.

—No lo sé...

—Indecisión, no —masculla Edward—. Conocimiento. Se trata de alguien que sabe que no vas a poder ver nada hasta que se tome la decisión, alguien que se oculta de nosotros y juega con los límites de tu presciencia.

—¿Quién podría saberlo? —susurra Alice, demasiado ensimismada para darse cuenta.

—Aro te conoce mejor que tú misma —responde Edward con simplesa.

—Pero me habría enterado si hubieran decidido venir...

—A menos que no quieran ensuciarse las manos...