Pregunta del millón: ¿Qué se supone que uno debe —con énfasis en 'deber'— hacer si ve una habitación cerrada con candados?
Exactamente : respetar el espacio personal de los demás e irse.
Pero no, la curiosidad mató al gato, o en este caso: a mí.
Y es que, cúlpenme y todo, pero no pude resistirme a rehabilitar un jardín tan descuidado como ese. Si me asomaba un poco se podían vislumbrar un par de ramas secas impidiéndole el paso del sol a una bonita flor exótica en lo profundo de el recinto, de hecho, la única que no se veía seca a simple vista.
Parecía muy protegida y todo la puerta al final del pasillo, pero por pura curiosidad me asomé y en una pequeña grieta casi imperceptible alcancé a verla.
Mi plan originalmente era este: entrar —de alguna manera que estaría por averiguar— con un par de productos de jardinería que antes habría 'pedido prestados' y mover los hierbajos que le impedían crecer a la pobre planta. Pero las cosas se fueron complicando según fue avanzando el día.
Para empezar, Dan en ningún momento se apartó de mi lado mientras estuvimos cerca de esa zona, probablemente por mi increíble transparencia a la hora de transmitir mis intenciones; seguramente veía mi deseo por colarme a través de la puerta prohibida.
Así que ahí estaba, a mitad de la noche esperando que nadie se diese cuenta del muñeco de almohadas que deje como suplente en mi lugar, para poder regar a una planta. Sí, así de ridículo como suena.
El aire nocturno siempre fue una de mis cosas favoritas de la vida, más aún porque no siempre podía disfrutarlo. Muchas veces uno da por sentado muchas cosas, la ropa, el alimento, la luz el agua, el internet. . . y es triste pensar que también, se dan por sentadas cosas tan "simples" como esa.
Si uno no se detiene a sentir la ventisca fría de la noche , o a simplemente mirar al cielo; ¿Que caso tiene vivir?
Vale, se que me estoy poniendo poética, pero es cierto.
El frío se acumuló en mis pulmones mientras recordaba esos ojos en los que siempre podía confiar. Las dudas me inundaban cada vez pensaba en él, esa confusión me atormentaba a la vez que me consolaba. En el fondo sabía que no era posible, pero mi alma quería reconfortarse como la soñadora que siempre fui.
¿Qué estaría haciendo en ese momento? Solo espero que bien,si no había sido una simple ilusión— un vago pensamiento cruzó mi mente, me recordó aquel tenue halo de vida a su alrededor, la única persona que me hizo sentir viva, pero de la que ya no sabía nada más.
Sonreí.
Fue una sonrisa agridulce, aunque atesoraba los momentos que pasamos juntos, no podía evitar llenarme de nostalgia e impotencia al recordarlo.
"Nunca lo volverás a ver" una voz intermitente en mi cabeza, que posiblemente era mi parte lógica; me decía eso siempre que lo rememoraba, pero dolía tanto tratar de asimilarlo, que simplemente desviaba el tema una y otra vez.
Así que eso fue lo que hice. Una vez más.
. . .
¡Sí!, ¡La flor necesitaba nuestra ayuda!, ¡No podemos dejarla ahí pensando solo en nosotras mismas! —Me animé a mi misma y a las mini-yo que estaban entrando en crisis (otra vez).
Subí poco a poco, y . . . siendo completamente honesta, algo temerosa hacia un par de rocas apiladas a un extremo de la entrada, por mi mente pasó la posibilidad de que tal vez alguien hubiese intentado entrar antes, pero tampoco tenía evidencias.
Sin embargo nada puede ser tan sencillo en la vida, no era lo suficientemente alta para alcanzar a colarme por alguno de los muros que también protegían el lugar, aunque tampoco es que fuese a medir tres metros algún día. Al menos lo había intentado.
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Enamorada del villano ©
Fantasia¿Que harías sí de la nada...te convirtieras en la protagonista de la novela más cliché del mundo? ¿Huirías de tu destino? ¿Dejarías que la trama fluyera sin problemas aún sabiendo que de eso depende la vida de alguien? O... ¿Te atreverías a cambiar...