Capítulo 20.

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Hi~ El capítulo de hoy siento que es uno de los más intensos a nivel de Eiji y su desarrollo y profundidad así que ando muy contenta con el resultado, pero para variar, quedo muy largo así que disculpas de antemano por eso. Mil gracias a las personas que se toman el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

Eiji desvía su mirada desde el suelo hacia la chica que tiene enfrente, está llorando en silencio, tiene la boca muy apretada mientras sostiene una novela ante su pecho como si pudiese usarla de escudo, sí, un escudo para su corazón, tiene los ojo...

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Eiji desvía su mirada desde el suelo hacia la chica que tiene enfrente, está llorando en silencio, tiene la boca muy apretada mientras sostiene una novela ante su pecho como si pudiese usarla de escudo, sí, un escudo para su corazón, tiene los ojos irritados por la depresión y su piel (que en algún instante fue de un sano cobrizo) es de un amarillo casi pajoso y enfermizo, es una chica preciosa que le rompe el corazón por sus lloriqueos desesperados, sus lágrimas gotean por sus mejillas irritadas, pegándole el cabello rizado a la cara, es la encarnación del pesar, a Eiji no le falta mucho para verse así. Baja el mentón, no ansía hacer contacto visual con nadie, anhela pasar desapercibido y de hecho no disfruta idea de qué hace acá (miente), ha venido a la clínica estudiantil para silenciar los reproches de la voz mental que resuena en su cabeza sobre su salud.

—Quiero renunciar.

—¿Eh?

—Quiero renunciar a mi carrera.

Entonces ella apenas habla, su voz se escucha asfixiada, como si se estuviese atragantando con saliva o con sus propias palabras, tiene la mirada clavada en el piso y eso... es un reflejo demasiado visceral.

—Quiero renunciar a mi carrera, mamá. —Escucha a la chica balbucear, la ve apretar su libro encima de su pecho mientras las lágrimas caen y caen, no parece humana, si no un saco de arena desgarrado que solo deja la tristeza dentro—. Quiero dejarlo, perdón, lo siento por decepcionarte, pero prefiero matarme a seguir viviendo con tanta presión, ¡ya no lo soporto!

—Oye. —Eiji la llama preocupado por lo que acaba de decir—. ¿Estás bien? —Y claro que no lo está, acaba de verbalizar ideación suicida, aunque supone que este debe ser literalmente el mejor terreno para verbalizarla y ser contenida.

—Quiero renunciar.

—¿Estás bien? —Pero la chica no impresiona escucharlo y sigue balbuceando, inmersa en su mundo.

—Voy a dejarlo. —Nadie más le presta atención y se interroga si así será él para los otros, si se habrá convertido en un saco desgarrado para Ibe, para su madre, para el equipo e inclusive para la pandilla.

¿Qué tal Ash?

¿Es un saco desgarrado para Ash? ¿Es una carga? No, le dijo que no lo era esa noche que se rebalsó.

—Debí pedirle que viniera conmigo. —Se reprocha para sí mismo, porque le ha bastado con sentarse en las sillas plásticas del consultorio frente al mesón de salud mental para verse paralizado por terror y arrepentimiento—. Esto es un error, debería irme.

Love struck.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora