Capítulo 4.

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Hi~ Hola mis bonitos lectores, creo que esta semana he andado bien muerta en cuestión de actualización porque literalmente se me juntaron demasiadas cosas cerca, pero otra vez, amo demasiado este fic para pausarlo, de hecho si pudiera, estoy segura lo escribiría a diario pero se me haría nada. Muchas gracias a las personitas que se toman el cariño para leer. Hoy nos vamos con Eiji por primera vez.

¡Espero que les guste!

—¿Se ve extraño mi uniforme? —Yue parpadea ante la pregunta, no es un simple parpadeo natural y educado, este se asegura de ser histriónico, indignado y exagerado, cuestión de dejarle en claridad a Eiji sobre lo ofensivo que es su interrogante, ¿c...

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—¿Se ve extraño mi uniforme? —Yue parpadea ante la pregunta, no es un simple parpadeo natural y educado, este se asegura de ser histriónico, indignado y exagerado, cuestión de dejarle en claridad a Eiji sobre lo ofensivo que es su interrogante, ¿cómo se atreve?

—¿Hablas en serio? —Vuelve a sobresaltar su razonamiento tras preguntar, estira los zapatos en las mugrosas baldosas del camarín, contemplando la delicada manera en que esos shorts deportivos le envuelven las piernas, son torneadas y bronceadas, son la clase de piernas a las que definitivamente se les acercaría en un bar—. ¿Acaso me estás tratando de joder? —Entonces Okumura patea el piso.

—¡No! —Y gimotea—. Me preocupa verme, ya sabes.

—¿Qué? —Yut-Lung se endereza en la banca de madera, contemplando a su mejor amigo frente a esos mugrientos lavabos, el agua le pende como gotas de acuarela entre los mechones esponjados y entintados, es lindo—. ¿Te preocupa verte qué?

—Muy... —Frunce la mandíbula, arrastrando la atención hacia el arco de cupido, se abraza un bíceps desnudo en esa delgada musculosa—. Corpulento. —Entonces Yue arroja un bufido de prepotencia desde lo más profundo de su garganta, el sonido es agudo y penetrante, se sobrepone al constante goteo que esas duchas maltrechas y malolientes les han ofrecido—. Como Popeye el marino.

—¿De dónde sacaste esa estupidez? —Lloriquea, arrojando su nuca hacia atrás con dramatismo—. De todos los deportistas guapos que pudiste elegir te comparas con una caricatura de ancianos.

—Alguien me lo dijo.

—¿Mando a golpear a ese alguien?

—No es necesario.

—¿Quieres que vaya a patearle las pelotas yo mismo? Esa escoria no debería tener descendencia.

—¡Yue! No todo se resuelve con la violencia. —El nombrado rueda los ojos, sí, sí, es verdad, no todo se resuelve con violencia y bla, bla, bla, incluso toma un curso de paz e historia, sin embargo, ciertas situaciones lo ameritan, como Shorter Wong por ejemplo, debió cortarle las bolas cuando pudo, esa basura no debería reproducirse jamás—. No estoy molesto por el comentario.

—Pues a mí me impresionas molesto, por eso me estás preguntando. —Alza una ceja con obviedad, se inclina para leer al japonés, provocando que las rejillas de madera suelten un crujido cansado.

—Es que no se escucha muy atractivo que te digan eso. —Musita, bajando la cabeza con las mejillas levemente sonrosadas y es adorablemente vomitivo, igual que un cachorrito—. Por eso pregunté.

Love struck.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora