|| Finalizada || Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca es la filosofía de vida de Ash, pero incluso él sabe que se la ha tomado demasiado a pecho cuando empiezan a florecer sentimientos románticos por Eiji Okumura, diablos, ¡Eiji Okum...
Hi~ Lo prometido es deuda así que acá estoy con la actualización de este fic, hay unas leves notitas abajo de cómo seguira el rumbo por si quieren saber, pero más allá de eso no tengo reportes, mil gracias por tanto.
¡Espero que les guste!
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Ash presiona un beso silencioso contra la barbilla de Eiji, lo siente jadear y estremecerse bajo el roce y eso le encanta, el sonido le resulta casi tan emborrachador como el sabor impregnado a sus labios, se había pasado meses tratando de mitigar sus impulsos a tocarlo y a desearlo de esta forma, ahora que finalmente los deja salir se concibe adicto. Sus dedos le delinean la espalda, lo está apretujando con fuerza contra la cama y aun así, lo recorre con lentitud, queriendo grabar esto en un capítulo de su propia historia. Supone que le ha tomado demasiado tiempo desglosar lo mucho que le gusta ese terco porque en alguna parte de sí mismo sabía que era inconcebible, que tenía un rol que satisfacer entre sus subordinados, que debía hacerle justicia a su nombre y a la ferocidad implicada, ¡al carajo!
Aslan ha aprendido a tener las pelotas para hacerse cargo de su malestar, sí, y también de lo demás, de un amor que era obvio desde el inicio y enterró con tanta fuerza, con la misma fuerza que Griffin suprimió sus demonios en Irak y aun así, Irak vive dentro de su casa y lo toma de rehén, con la misma fuerza que el silencio asfixia a Shorter y este se deja ahogar, con la misma violencia que Barba Azul usó para convertirlo en ese niño desvalido y tullido siempre, no más, no será prisionero de su propia libertad.
Así que besa a Eiji.
Y lo besa. Y lo besa. Y lo besa. Y lo besa.
Y mierda, lo besa un poco más.
Y él ríe.
—¿Qué sucede? —Aslan pregunta deliberadamente bajo y sensual, apartándose de Eiji, mordiendo su labio inferior antes de soltarlo por completo—. ¿Quieres que me detenga?
—No, no es eso.
—¿Entonces qué es? —Su voz es jodidamente cariñosa y dulce, es una voz que no sabía poseía hasta que conoció a Eiji, la persona que hace lo imposible posible y lo irracional completamente legítimo.
—Me haces cosquillas. —Repite nervioso, su cabello es un desastre de rizos a medio formar encima de la almohada, sus piernas se encuentran enredadas y comprende que esta urgencia de tocarlo, de tener su atención y de ser quien provoque su brillo inquebrantable, siempre ha estado acá—. Tienes un poco de barba fantasma. —Esperando y esperando por él, solo por Aslan.
—¿La tengo? —El más joven acaricia su propio mentón, notando la leve aspereza a la que alude.
—Supongo que te pareces a Max. —El hijo de puta se burla con una sonrisita altiva y coqueta, Aslan tiene muchas ganas de callarlo a besos y maldición, lo hará.
—Max está feo.
—Ese es el punto.
—¡Oye! —Y entonces se dirige a atacar su cuello, divertido, sus palmas se han colado por debajo de la polera, le encanta su silueta tan masculina y tentadora, recorre los músculos del salto de pértiga, los siente derretirse debajo de sus yemas, es hermoso y atrayente—. Te haré tragarte esas palabras.