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Para ser viernes es un día triste. Hace poco que ha cesado la lluvia y la blanca neblina que cubría el cielo empieza a disiparse, dejando al descubierto unas nubes anaranjadas y largas, como pintadas a brocha delante del sol.

Llevo toda la mañana durmiendo y comiendo helado de Nutella; esto no puede seguir así, sé que si continúo con esta dieta acabaré pareciendo un botijo, pero ya sabéis lo que dicen: "no hay mal que cien años dure ni pena que chocolate no cure". Es la mejor medicina para combatir la depresión.

Salgo de la cocina arrastrando los pies hasta llegar al comedor, de camino me miro en el espejo, me fijo en mis pelos y me entran ganas de esquilarme. Suspiro con resignación y sigo avanzando hasta situarme frente al ordenador. Siento cómo una fuerza superior me empuja a abrir mi cuenta de correo, tal vez no sea más que un presentimiento, pero en este momento decido hacerle caso y allí está, entre todos los mensajes que hay en la bandeja de entrada, uno destaca frente a los demás.

Me dejo caer en la silla reclinable para leer con tranquilidad los dos mensajes que he recibido. Tan solo ver el remitente del primero me estremezco de entusiasmo: sí, es él. Pero no le hago caso todavía, el segundo mensaje también me tiene muy intrigada. Lo abro con decisión para leer detenidamente el contenido.

¡Vaya! ¡Me han citado para una entrevista de trabajo en una empresa de transportes! El cargo que se ofrece es de administrativa temporal, otra suplencia, pero es algo al fin y al cabo. Apunto el lugar y la hora en un bloc de notas y me relajo en la silla. En circunstancias normales estaría nerviosa y dando tumbos ante la posibilidad de poder aspirar a un nuevo empleo; este tipo de cosas siempre me genera mucho estrés y nerviosismo, sin embargo, hoy no es el caso, estoy tranquila y positiva; lo que tenga que ser, será.

Lo que ocurre en realidad es que el otro mensaje está acaparando toda mi atención en este momento, llámalo curiosidad, así que me apresuro a abrirlo.

De: Aitor M.

Para: Sara G.

Fecha: 22 de agosto de 2014 16:25

Asunto: Filósofo y algo más.

Querida desconocida,

Leo entre líneas que eres de esas chicas a las que les gusta la parafernalia al completo: Cupido, bombones y violinista en el tejado. Además, para sentirte realmente bien contigo misma necesitas a un hombre a tu lado.

En mi opinión, esto es un grave error entre las mujeres, ya que no necesitáis que un hombre os dé su aprobación, ni que os diga constantemente lo guapas que estáis y lo bien que nos hacéis sentir; ese tipo de cumplidos suelen ocultar otro tipo de finalidades.

Sinceramente, creo que deberías sentirte segura, saber cuáles son tus puntos fuertes y explotarlos y, de la misma manera, ser consciente de tus defectos e intentar disimularlos o mitigarlos.

Conocerse bien a uno mismo potencia la seguridad y, a su vez, la autoestima. Creo que deberías empezar por ahí, así que repite conmigo:

"Soy una mujer fuerte e independiente y no necesito a un hombre para estar completa".

Y respecto a ese "instinto de propiedad innato" que tienen muchos hombres y mujeres, te puedo asegurar que no es mi caso. Me temo que no soy muy convencional. A mí no me importa que la mujer que se acuesta conmigo lo haga mañana con otro. ¿Qué hay de malo?, solo está jugando y disfrutando con su cuerpo como hago yo. Sentir algo parecido al despecho únicamente porque se haya ido al día siguiente y quiera iniciar algo con otra persona, refuerza mi teoría acerca de la propiedad y deja entrever unos injustificados celos.

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