• 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍
𝐀𝐋𝐄𝐍𝐀 𝐈𝐕𝐀𝐍𝐎𝐕𝐀 viaja al Campamento Mestizo por petición de su madre para alejarse de su pasado y conocer una parte importante de su vida, sin saber lo que ese verano en el campamento le cambiaría tanto su futu...
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Решений
▪︎ 𝐒𝐎𝐋𝐔𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒
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NOS RECOGIÓ UNA LANCHA GUARDACOSTAS, que por suerte no hicieron muchas preguntas sobre como cuatro chavales habían aparecido en medio del océano. Estaban demasiado ocupados.
Nos dejaron en el embarcadero de Santa Mónica con unas toallas y botellas de agua. Luego se marcharon a toda prisa para salvar a más gente. Nos desplomamos sobre la arena y observamos la ciudad en llamas, recortada contra el precioso amanecer.
—No puedo creerlo —comentó Annabeth—. Hemos venido hasta aquí para...
—Fue una trampa. —dije
—Sí—coincidió Percy—. Una estrategia digna de Atenea.
—Eh
—Pero ¿es que no lo pillas?
Bajó la mirada y se sosegó.
—Sí. Lo pillo.
—¡Bueno, pues yo no! —se quejó Grover—. ¿Va a explicarme alguien...?
—Percy —dijo Annabeth—. Siento lo de tu madre. No te puedes imaginar cuánto...
Quise decirle cuánto lo sentía yo también, pero sabía que eso no iba a mejorar la situación. Después de todo, yo sabía lo que era pensar que tu madre está muerta, o que simplemente no tienes.
Me costó procesar que Artemisa era mi madre en primer lugar, porque no tenía ningún recuerdo de mi familia de acogida, en la que nuestra madre murió cuando me llevaron a la Sala Roja.
—La profecía tenía razón —añadió—. « Irás al oeste, donde te enfrentarás al dios que se ha rebelado» . Pero no era Hades. Hades no deseaba una guerra entre los Tres Grandes. Alguien más ha planeado el robo. Alguien ha robado el rayo maestro de Zeus y el yelmo de Hades, y me ha cargado a mí el mochuelo por ser hijo de Poseidón. Le echarán la culpa a Poseidón por ambas partes. Al atardecer de hoy, habrá una guerra en tres frentes. Y la habré provocado yo.
—¿Quién podría ser tan malvado? ¿Quién desearía una guerra tan letal? —preguntó Grover. Yo me giré al rugido de una moto, y mi ceño se frunció profundamente al verlo.
—Eh, chaval —llamó Ares, al parecer complacido de vernos—. Deberías estar muerto.
—Me has engañado. Has robado el yelmo y el rayo maestro.
Ares sonrió.
—Bueno, a ver, yo no los he robado personalmente. ¿Los dioses toqueteando los símbolos de otros dioses? De eso nada. Pero tú no eres el único héroe en el mundo que se dedica a los recaditos.
