• 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍
𝐀𝐋𝐄𝐍𝐀 𝐈𝐕𝐀𝐍𝐎𝐕𝐀 viaja al Campamento Mestizo por petición de su madre para alejarse de su pasado y conocer una parte importante de su vida, sin saber lo que ese verano en el campamento le cambiaría tanto su futu...
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воспоминания
▪︎ 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒
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Alena
Ya tenía el equipaje recogido, en la cama, cuando llamaron a la puerta.
—Iiiiiiiiiiiiivviieeeeeeeeeeeeee.
—¿Qué pasa? —dije, girando la cabeza hacia Alice, que estaba parada en la puerta.
—¿Ya te vas?
—Sí, dentro de un rato. ¿Por?
Alice entró, y se sentó a mi lado en el suelo. Arqueé una ceja en su dirección.
—¿Por qué me sigues llamando Ivvie? ¿Todavía no sabes pronunciar mi apellido?
—Sí que sé, pero me gusta más Ivvie. Parece el nombre de una princesa. —dijo Alice, sonriendo.
—Lo que tú digas. —sacudí la cabeza con una pequeña sonrisa.
La rubia se puso de espaldas a mí tras dirigirme otra de sus brillantes y grandes sonrisas, ensañando el profundo hoyuelo de su mejilla izquierda.
—¿Te has traído una goma? — asintió varias veces, y me la pasó por encima de su hombro. —¿Qué quieres que te haga?
—La trenza del otro día, por favor, la que era solo con dos mechones.
Empecé a desenredarle el cabello con los dedos, siendo cuidadosa. Amontoné todo su pelo, que no era poco, en la base de su cabeza, y le hice una trenza de espiga.
Até la goma cuando terminé, y le eché el cabello trenzado sobre el hombro para la viera.
—¡Gracias! —dijo, se dio la vuelta y se abalanzó hacia mí. — Deberías enseñarle a Gracie a hacerlas, que cuando lo intenta conmigo las hace mal.
—Solo le falta práctica. Vamos.
Me levanté con ella en brazos, haciendo un ruido exagerado para ver que me estaba esforzando en levantarla. Aun que, en verdad, ella no pesaba nada.
Salí de la cabaña, y la niña se deslizó desde mis brazos hasta el suelo, y salió corriendo. La seguí a paso tranquilo, viendo como iba y venía para decirme que estaba haciendo mucho ejercicio para ser tan fuerte y rápida como yo.
No pude evitar sonreír.
— Hola. —me dijo Percy cuando se acercó a nosotras, le sonreí y abrí la boca para saludarle cuando llegó Alice, respirando pesadamente y apoyándose en sus pequeñas rodillas.
