• 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍
𝐀𝐋𝐄𝐍𝐀 𝐈𝐕𝐀𝐍𝐎𝐕𝐀 viaja al Campamento Mestizo por petición de su madre para alejarse de su pasado y conocer una parte importante de su vida, sin saber lo que ese verano en el campamento le cambiaría tanto su futu...
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раны
▪︎ 𝐇𝐄𝐑𝐈𝐃𝐀𝐒
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Alena
—¿Qué es esto?
—Una peli. Con palomitas. —Mattheo rodó los ojos por mi pregunta, mientras que yo me dejaba caer a su lado. Nicolas estaba en el suelo comiendo dulces, apoyado en la mesa.
—¿El rey león?
—Nunca habéis visto una película, ¿verdad? Pues esta es la primera que vais a ver. Es de Disney. —dijo Mattheo. Era verdad, ni Nicolas ni yo habíamos visto una película, y aunque he estado viviendo con los López un año, tampoco habíamos tenido tiempo para hacerlo.
Así que aquí estábamos, Nick, Matt y yo en el sofá de la sala de estar viendo El Rey León, mientras que Rebecca se encargaba de no-se-qué-cosa de una de sus asignaturas de psicología —la carrera que estaba estudiando—.
También estaba esperando a que llegara mi madre, ya que la luna llena era esta noche y ella siempre estaba conmigo. Bueno, desde la muerte de mi hermano. Antes, éramos él y yo siempre; Logan y Nicolas se quedaban en su habitación porque no queríamos arriesgarlos, sin importar lo mucho que protestara el mayor.
Nick había estado durmiendo conmigo desde que llegué, y parece que las pesadillas han disminuido un poco. También he estado haciendo el esfuerzo de mantener una esfera de luz toda la noche encendida para él, en caso de que se despertara. Sin embargo, casi siempre estaba despierta cuando esto pasaba.
Esa noche, intentaría mantener la luz en su habitación, pero no se si podré hacerlo con los efectos de la luna; además, Rebecca me había asegurado de que cuidaría de él, lo que era un alivio.
Cogí un puñado de palomitas del cuenco que sostenía Matt, y me las fui comiendo poco a poco mientras veía la película, que en realidad me estaba gustando. Simba era fantástico, pero Nala era mi favorita.
Cuando terminó la película, Nicolas se fue arriba para recoger su mochila y esperar a Axel, que venía a por él para enseñarle a jugar al hockey. Estaba feliz de que a Nick le estuviera gustando tanto ese deporte, ya que cuando estaba en HYDRA, lo único que hacía era entrenar. Gracias a los dioses no le prestaban mucha atención, por lo que no lo querían para nada más que para entrenar.
Sonó el timbre de la casa, y varios sentimientos contradictorios me llenaron el pecho cuando identifiqué el aroma a menta —por la magia al ser hijo de Hécate—, naranja y ese perfume extraño que siempre había olido bien pero nunca había podido descifrar qué era.