• 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍
𝐀𝐋𝐄𝐍𝐀 𝐈𝐕𝐀𝐍𝐎𝐕𝐀 viaja al Campamento Mestizo por petición de su madre para alejarse de su pasado y conocer una parte importante de su vida, sin saber lo que ese verano en el campamento le cambiaría tanto su futu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⎯⎯⎯⎯⎯♪⍟♧︎︎︎☀︎︎⎯⎯⎯⎯⎯
месть
▪︎ 𝐕𝐄𝐍𝐆𝐀𝐍𝐙𝐀
⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯
Observé la puerta durante unos minutos, escuchando el suave sonido de las voces en el interior de la casa.
No te mates ahí dentro.
Voy a terminar con esto. Ya tendré tiempo para morir después.
Me dirigí al lateral de la mansión, siguiendo esa voz irritante en el interior. Cuanto más alejada estuviera ella, mejor.
Agachada debajo de la ventana que daba al comedor principal, reconocí algunas de las voces que discutían. Conté mentalmente a los miembros de la discusión que podía escuchar. Dos de ellos no estaban en el comedor.
Seguí un poco más a la derecha, no estaba en el segundo piso. Agudice un poco más el oído hasta escuchar unos pasos subiendo hasta el tercer piso. Bingo.
Volví hasta la ventana del comedor principal para echar un vistazo. Tenía que encontrar una entrada. Primero, el comedor. Luego, improvisamos.
Rodeé la casa hasta llegar a la parte trasera, donde podía ver el pasillo y las distintas puertas que conducían a las habitaciones de la primera planta desde una ventana. A la derecha de la ventana, las escaleras conducían al segundo piso.
Corté un cuadrado de la ventana por la que podía entrar dentro, y lo extraje con mis guantes con ventosas. Apoyé cuidadosamente el trozo de vidrio a un lado de la ventana, y entré sin hacer ruido.
Me separé de la ventana, escondiéndome en el hueco de las escaleras, esperando el momento perfecto para entrar.
Extraje de mi cinturón de armas un localizador con altavoz, poniéndolo en el costado de la escalera, en dirección al comedor principal, en caso de que algo sucediera.
Asegurándome de que todas mis armas estuvieran en su lugar, me dirigí lentamente a la puerta del comedor, escuchando la discusión.
No me esforcé por entender el contexto, ya que pronto no serviría de nada.
Agarré uno de mis cuchillos impregnado con acónito, con cuidado de no tocar el filo. Pegada a la pared, cerca de la puerta, eché un vistazo rápido al comedor.
Trece dentro, ella arriba. Uno en una esquina, otro justo en el lado de la puerta en la que me encontraba, once alrededor de la mesa.
Me acerqué un poco más a la puerta, deslizando el cuchillo cuidadosamente debajo de la camiseta del hombre lobo que tenía a mi lado. Presioné una cara del cuchillo contra su espalda, sin apuñalarlo, y me alejé lo más rápido posible cuando pasó su mano por la espalda.
