029

371 44 10
                                    

Punto de vista de Jeongin

Seungmin ya se había ocupado de la herida de Bin, quien ahora se encontraba recostado en la parte trasera camioneta.

──La bala solo te rozó, la quemadura produjo el sangrado. No fue grave, estarás bien, quizá con un poco de cojera ─le explicó el castaño a Changbin unos minutos atrás.

Ahora estábamos casi todos reunidos fuera de la camioneta, organizándonos para ir a buscar a So-yeon.

──Jay, Riki y Hyunjin irán conmigo ─indicó Minho─. Christopher, Kim, Felix y Jake irán juntos. Sunoo, Heeseung, Yuna y Han, ustedes también.

Todos los anteriormente mencionados se agruparon y fueron a buscar armas.

──Changbin, Hoon, Yeji, Ryujin y Jeongin, quédense aquí y vigilen.

Una vez que todos tuvimos un equipo asignado, nos dividimos. Minho al sur, Chris al norte, Jisung al este. Mientras que mi equipo y yo nos quedamos a los alrededores de la camioneta, no podíamos arriesgarnos a quedarnos dentro. Nos ocultamos tras unos arbustos, todos atentos y con las armas cargadas.

[...]

──Jeongin hyung, ¿cuánto tiempo tenemos que quedarnos aquí? Muero de frío.

Ya habían pasado aproximadamente 30 minutos, y los chicos aún no regresaban.

──Estoy segura de que ya no falta nada, Yeji... ─Ryujin le dedicó una sonrisa de animo a la pelirroja─ ¿quieres mi abrigo para pasar el frío?

──Chicos... ─el susurro de Bin interrumpió la respuesta de la menor.

Antes de que cualquiera pudiese siquiera reaccionar, alcanzamos a notar movimiento al interior de la camioneta.

──¿Qué fue eso? ─cuestionó Sunghoon.

──No tengo idea. Iré a ver...

Tomé aire de manera audible, antes de levantarme con el mayor sigilo que me fue posible.

──Voy contigo ─afirmó Ryujin, con decisión, poniéndose de pie rápidamente.

──No, quédate aquí, puede ser peligroso.

La pelinegra dudó, tuve que insistir varias veces antes de que la contraria finalmente cediera.

──Ve con cuidado, pero sé consciente de que iré de todos modos si escucho algo raro.

Sonreí mientras la observaba volver a esconderse entre los arbustos.

Dándome media vuelta, retomé mi camino hacia el vehículo. Me acerqué con cuidado a la puerta del conductor. Fue cuestión de segundos antes de que estuviera tirado en el piso, con un arma apuntándome directamente.

──¡No dispares! ¡No dispares, carajo!

En un reflejo involuntario, cubrí mi rostro con las manos, esperando el impacto del disparo, pero este nunca llegó. En su lugar, alcance a escuchar como el arma caía justo junto a mí. Y el murmuro de una voz quebradiza.

──¿Jeongin...?

Aparté las manos con lentitud y parpadee un par de veces para aclarar la vista. So-yeon se encontraba frente a mí, temblando de pies a cabeza, respirando con dificultad.

──¡Dios mío, Jeongin!

La contraria se acercó a mí rápidamente y me ayudó a ponerme de pie.

──¡So-yeon!

Nos abrazamos con fuerza durante un momento. Suspiré pesadamente, aliviado de que estuviera bien.

──¿Dónde están todos? ─preguntó, cuando por fin nos separamos.

──Bueno- buscándote ─resumí, ella suspiró. Pude notar lo agotada que estaba─. Les diré que regresen, ojalá que no hayan llegado muy lejos.

Saqué de mi bolsillo la pequeña radio e intenté comunicarme con los demás.

──Chicos, So-yeon está aquí, vuelvan todos con cuidado.

Punto de vista de So-yeon

El pelirrojo guardó el aparato en su bolsillo nuevamente, antes de mirarme con una sonrisa llena de genuino alivio.

──Ven conmigo, hay algo que debes ver.

Tomó mi mano, guiándome entre un montón de arbustos, algo alejado de la camioneta. ¿Qué rayos estaba haciendo?

──Jeongin...

Me detuve en seco cuando la vi. Mi corazón latía de forma irregular, amenazando con hacerme sufrir una severa taquicardia si no reaccionaba pronto.

Allí estaba ella, con su cabello negro ahora un poco más corto y con algunos mechones disparejos, ojeras oscuras bajo sus párpados, la mirada cansada y notablemente más delgada, pero sonreía. 

Incluso en la miseria misma, seguía luciendo preciosa.

Pude sentir como las lágrimas inundaron mis ojos con rapidez, y también como se desbordaron por mis mejillas, dejando una sensación desagradable de calor húmedo en mi rostro.

──¡Yeonie!

La pelinegra se levantó de entre los arbustos con desesperación, tan rápido que incluso estuvo a punto de irse de cara contra el suelo al tropezar con una rama. Sonreí en medio del llanto. 

──¡Jinnie!

Ambas nos abrazamos fuertemente, aliviadas de estar finalmente juntas en medio de ese infierno. Ryujin se separó de mí para verme a los ojos, acunó mi rostro entre sus manos y limpió mis lágrimas con sus pulgares. Me dedicó una sonrisa triste.

──Te extrañé muchísimo, Ko.

──También te extrañé, Shin.

Entonces, unos pasos acelerados y unas respiraciones pesadas fueron audibles a unos cuantos metros de nosotros. Al darme media vuelta pude ver a todos los chicos corriendo en nuestra dirección.

Al verme, Chris se adelantó al grupo y acortó la distancia entre nosotros, atrapándome entre sus brazos antes de que siquiera llegase a reaccionar. Sentí mi cuerpo levantarse en el aire por unos breves segundos.

──¡Dónde rayos estabas! ─chilló el mayor, mientras me abrazaba con fuerza─ ¿Tienes idea de lo preocupados que estábamos?

Se apartó apenas unos centímetros para evaluarme con la mirada, haciendo un chequeo rápido para asegurarse de que no estuviera herida.

──Maldita sea, So-yeon, no algo hagas como esto nunca más.

Sonreí, y le di un corto beso en la mejilla, el cual el mayor aceptó, gustoso. Ryujin dejó escapar una risita. Teníamos mucho con lo que ponernos al día.

──Estoy bien, Chris, de verdad ─dije finalmente, en un intento de tranquilizar al histérico rubio que se negaba rotundamente a apartarse siquiera medio centímetro de mí─. ¿Qué hay de ti? Te ves cansado.

──No es nada. Estoy bien ─cortó, aprisionando un mechón de cabello rebelde tras mi oreja. Se inclinó hasta quedar a la altura de mi rostro y depositó un suave beso en mi frente, para luego volver a abrazarme─, ahora lo estoy.

Lo observé por unos segundos, su mirada se encontró con la mía y la sostuvo con gentileza, con esa calidez tan característica de él. Intercambiamos una rápida sonrisa antes de salir de nuestra burbuja. Nuestro pequeño lugar feliz, tan privado, tan nuestro.

Minho llegó hasta nosotros, junto con todo el resto del equipo. Los chicos me abrazaron, con alivio, sin parar de mencionar lo preocupados que estaban por no encontrarme. 

Me castigué mentalmente por haberme permitido pensar, siquiera por un segundo, que habrían sido capaces de abandonarme.

survivors ─── bangchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora