002

862 115 46
                                    

Un agudo sonido me despertó, no estaba en mi cama, ni en casa de mi mejor amiga. Mis rodillas sangraban, al igual que mis manos.

Me encontraba en lo que quedaba del club nocturno. Sí, en lo que quedaba. Pues ahora no era más que escombros y un montón de polvo. Miré a mi alrededor, aun me encontraba tirada en el suelo, y la pantalla continuaba sobre mí.

Ryujin...

Al pensar en ella, entré en pánico. ¿Dónde estaba? ¿Estaba bien? ¿Seguía aquí? ¿Qué paso con ella? No sabía que día era, ni mucho menos la hora, todo estaba oscuro. Y por más que tratará de recordar los hechos del día anterior, estaba en blanco, como si mi memoria hubiera sido borrada. 

Solo podía pensar en mi mejor amiga.

Traté de levantar la televisión que me aplastaba, pero fue inútil, estaba demasiado débil como para hacerlo yo sola. Las lágrimas amenazaban con desbordarse de mis ojos y mi corazón latía irregularmente.

──¡Auxilio! ¡Socorro! ─grité con todas mis fuerzas y luego de unos minutos, escuché ruidos en la oscuridad.

El sonido de zapatos chocando con los escombros.

──¡Ayuda! ¡Estoy aquí! ─grité, aun más fuerte.

Al ya no obtener respuesta, asomé mi cabeza entre los restos de vidrio, teniendo el mayor cuidado posible para no cortarme. Observé a detalle entre toda la oscuridad, logré distinguir la salida a unos 15 metros de donde me encontraba.

──¡Estoy aquí! ─las pisadas se escucharon más cerca, y luego un par de zapatos aparecieron frente a mí.

──¡Aquí debajo! ¡Ayúdame, por favor!

Me arrepentí inmediatamente, pues eso no era una persona normal. Su piel estaba en descomposición, sus pupilas eran de un potente color rojo y su ropa se encontraba totalmente destrozada.

Retrocedí, pero este empezó a jalar de mi chaqueta. Grité mientras intentaba desesperadamente soltarme de su agarre con mi escasa movilidad y lo golpeaba para liberarme. De pronto, el cuerpo infectado cayó sobre mí y su sangre se expandió por el suelo.

──¡Oh, mierda! ─grité, apartándolo de mi lado.

Levanté la mirada, una luz cegó mi vista por unos pocos segundos. Me habían apuntado a la cara con una linterna.

──¿Estás bien? ─en su voz se notaba miedo. Era un hombre, eso era seguro, pero no pude ver su rostro claramente, pues mis ojos aun no se acostumbraban a la repentina luminosidad del ambiente.

──Sí... eso creo. Muchas gracias, ahora, ¿podrías por favor ayudarme a quitar la pantalla? Siento que no puedo respirar aquí abajo ─lo miré, suplicante.

Él apartó la gran televisión y me ayudó a ponerme de pie, ofreciéndome apoyo en su hombro cuando mis piernas franquearon.

──¿Qué fue lo que pasó?

──Estamos en el fin del mundo ─con su linterna apuntó a todo el lugar.

En verdad era el fin.

Todo el club estaba repleto de cuerpos sin vida y absolutamente todo estaba destruido. Caminamos en silencio a la puerta, en ningún momento alguien habló, sólo mirábamos hacia el piso, teniendo cuidado de no pisar a algún muerto. Cuando finalmente logramos salir de entre los escombros, una lagrima salió de mis ojos y rodó por mi mejilla. Estaba tan asustada.

Miré al alrededor de la carretera. Algunas partes estaban en llamas, los autos parecían haber tenido un accidente, pues todos se encontraban en pedazos, y de entre los árboles del bosque salía humo.

Y ahí fue cuando recordé todo.

──Vamos a morir todos, So-yeon.
──No juegues con eso, Ryujin.

──Christopher Bang, llámame Chris.

──Changbin me contó de él. Por cierto, te mandé su número.

──¡So-yeon!
──¡Ryujin!

Los sucesos del día anterior golpeaban mi memoria agresivamente. Entré en pánico y comencé a temblar, el chico a mi lado lo notó y rápidamente me sujetó de los hombros para mantenerme estable.

──Hey, escucha, no sé quien seas, ni por lo que estés pasando, pero te diré algo: si no te mantienes tranquila y razonas lo que sea que pase por tu cabeza, esas cosas van a terminar comiendo tus intestinos.

Me senté sobre la acera, aferrándome a mis piernas. Estaba perdida y asustada, mi corazón latía irregularmente, sentía que no podía respirar. No había sentido algo así, al menos, desde el accidente en automóvil que mi padre y yo sufrimos hacía ya dos años, por fortuna solo nos quedamos sin transporte ese día, pudo haber sido peor.

De pronto, el chico se levantó asustado, y me aventó al otro lado de la carretera. 

──¡¿Qué demonios?! ─puso su mano sobre mi boca y con su dedo índice apuntó al cielo.

Levanté la vista, un helicóptero pasó apuntando al camino con un farol. Lo observé sorprendida, luego un disparo se escuchó a no más de un metro de nosotros, seguido de un cuerpo cayendo al suelo.

Cuando el helicóptero se fue, me levanté con ayuda del pelinegro, y nos acercamos al lugar del impacto. Era un perro, no mostraba ningún signo de enfermedad, incluso podría jurar que estaba llorando.

El chico a mi lado dejo escapar un pesado suspiro, tal vez de culpa o un poco de remordimiento. Observó por un momento el caos a nuestro alrededor antes de hablar.

──El gobierno causó todo este desastre. Ellos no querían acabar con el virus, querían acabar con la población, pero se salió de control ─me observó con tristeza y me extendió la mano─. Lee Minho, ex-policía de gobierno.

survivors ─── bangchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora