9. Sostener el cielo no es genial.

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—Nunca llegaremos —protestó Zoë—. Vamos demasiado despacio. Pero tampoco podemos dejar al taurofidio.

—Muuuuu —dijo Bessie, que iba nadando a nuestro lado mientras caminaban junto a la orilla. Habían dejado muy atrás el centro comercial y se dirigían al Golden Gate, pero estaba mucho más lejos de lo que parecía.

—Cierto, ¿cómo podríamos dejarle? —dijo Presley, sonriéndole al taurofidio.

El sol descendía ya hacia el oeste.

—No lo entiendo —dijo Percy—. ¿Por qué tenemos que llegar a la puesta de sol?

—Las hespérides son las ninfas del crepúsculo —repuso Zoë—. Sólo podemos entrar en su jardín cuando el día da paso a la noche.

—¿Y si no llegamos?

—Mañana es el solsticio de invierno. Si no llegamos hoy a la puesta de sol, habremos de esperar hasta mañana por la tarde. Y entonces la Asamblea de los Dioses habrá concluido. Tenemos que liberar a Artemisa esta noche.

—Necesitamos un coche —dijo Thalia.

—¿Y Bessie? —preguntó Percy.

—¿No podríamos meterle en un gran contenedor con agua? —preguntó Presley, pero Bessie protestó «Muuuu».

Grover se detuvo en seco.

—¡Tengo una idea! El taurofidio puede nadar en aguas de todo tipo, ¿no?

—Bueno, sí —confirmó Percy—. Estaba en Long Island Sound. Y de repente apareció en el lago de la presa Hoover. Y ahora aquí.

—Entonces podríamos convencerlo para que regrese a Long Island Sound —prosiguió Grover—. Quirón tal vez nos echaría una mano y lo trasladaría al Olimpo.

—Pero Bessie me estaba siguiendo a mí —dijo Percy—. Si yo no estoy en Long Island, ¿crees que sabrá encontrar el camino?

—Muuu —mugió Bessie con tono desamparado.

—Yo puedo mostrarle el camino —se ofreció Grover—. Iré con él —Percy lo miró con preocupación—. Soy el único capaz de hablar con él —continuó Grover—. Es lo lógico.

Se agachó y le dijo algo al oído a Bessie, que se estremeció y soltó un mugido de satisfacción.

—La bendición del Salvaje debería contribuir a que hagamos el recorrido sin problemas —añadió Grover—. Tú rézale a tu padre, Percy. Encárgate de que nos garantice un trayecto tranquilo a través de los mares.

—Padre —musitó Percy—, ayúdanos. Haz que Grover y el taurofidio lleguen a salvo al campamento. Protégelos en el mar.

—Una oración como ésta requiere un sacrificio —dijo Thalia—. Algo importante.

Todos se quedaron en silencio, entonces Presley reparó en el sombrero que aún llevaba, la piel del León de Nemea.

—¿Esto sirve? —Se quitó el sombrero, y cuando pensó en que quería que fuese el abrigo, se convirtió en ello—. Es un sacrificio, ¿no? Considerando lo mucho que me gustaría presumir que lo conseguí porque derroté al león, pero... ya saben, por Bessie, puedo dejar que lo sacrifiquemos —Bessie mugió—. Al abrigo —aclaró Presley.

—Pero Presley —habló Grover—. Es una piel bastante fuerte, ¡incluso Hércules la llevó!

—¿A ese no lo mató su esposa? —Presley sacudió la cabeza, decidiendo concentrarse en lo importante—. Bueno, no quiero dejarlo, así que es un sacrificio —Se lo extendió a Percy—. Haz los honores.

State of Grace || Annabeth ChaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora