State of Grace || Annabeth Chase

43. Jason, Piper y Leo.

Ni Annabeth ni Presley soñaron con Percy, ni esa noche, ni la siguiente. No fue sino hasta la madrugada del tercer día que Annabeth se despertó agitada y despertó a Presley al sacudirla.

—¿Annie? —preguntó soñolienta, extendiendo las manos para ponerlas en los brazos de Annabeth.

—Soñé con... —Annabeth tragó saliva—. El chico con un zapato es la pista.

—¿Eh? —inquirió Presley, confundida—. El... ¿qué? ¿Qué pista?

—¡A Percy, amor!

El apodo le salió tan espontáneo que no le prestó atención. Estaba más ocupada pensando en su sueño y en lo que podía significar.

—¿Amor? —El apodo pareció ser suficiente como para que Presley espabilara—. ¿Qué sueño? ¿Soñaste con Percy?

Se sentó en la cama, viendo a Annabeth caminar alrededor de la cama. Por suerte, estaban en la cabaña de Gaia, pues si estuvieran en la de Atenea ya les hubieran gritado que se callaran y dejaran dormir a los demás.

—Es una pista, Presley —dijo—. Ella lo dijo. El chico de un zapato es la pista... Tenemos que ponernos en movimiento cuánto antes.

—Annie, aún es de madrugada. Quirón no nos va a dejar salir a estas horas.

—Fuera es peligroso, da igual la hora. Es crucial que salgamos lo más pronto posible...

—Lo sé, amor —respondió Presley con paciencia—. Pero, aún así, la luz del día nos ayudará más que la oscuridad. Ven y lo resolvemos en la mañana, ¿vale?

De nuevo, el apodo fue suficiente para espabilar a una de las dos, esta vez a Annabeth. Ella asintió, distraída, y se acostó en la cama junto a Presley.

—Si quieres, te puedo acariciar el pelo hasta que te duermas —ofreció Presley, mirándola con atención.

—No, no —negó Annabeth, entonces la miró también—. ¿Pero puedo hacerlo yo contigo?

—Por favor —le dijo Presley con una pequeña sonrisa a modo de respuesta.

Ambas se acomodaron en la cama para estar cómodas y así quedarse dormidas con más facilidad.

Annabeth se quedó mirando al rostro plácido de Presley mientras le acariciaba el cabello, con la mente trabajando a mil por hora.

♦♦♦

Apenas Quirón les dio permiso, salieron a toda prisa. Presley ni siquiera sabía a dónde iban, pero insistió en acompañar a Annabeth. Así que terminó en un carro tirado por caballos voladores, lo de siempre. Tenía a Annabeth a un lado y a Butch, un hijo de Iris al que acababa de conocer esa mañana.

—¿Y a veces no te da frío con la calva? —le preguntó Presley a Butch, tratando de sacar conversación en el camino.

—No, no —le respondió Butch—. Pero sí tengo que usar protector solar o un gorrito cuando hace sol.

—Ah, mira.

El resto del camino se pasó, mayormente, en silencio. Aunque Presley consideró intentar sacar más tema de conversación, notó la expresión preocupada de Annabeth, así que cerró la boca y decidió que era mejor no darle nada más que pensar.

Después de un rato, Annabeth señaló hacia adelante.

—¡Ahí!

Los caballos se dirigieron a la plataforma de cristal, que estaba por encima de un cañón. A Presley le parecía un sitio bastante inseguro en el que estar, pero, de nuevo, decidió mantenerse en silencio.