42. La desaparición.

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Hablar sobre cómo Gaia la había curado y todo lo que le había dicho, no había hecho más que alterar a Annabeth.

—Cuando surja —repitió—. Presley...

—Sí, suena mal —reconoció ella, haciendo una mueca—. ¿Pero y si estamos malinterpretando esas palabras? Capaz y se refiere a otra cosa.

—Presley, no sé —Annabeth frunció el entrecejo—. ¿Y si lo hablamos con Quirón? Quizás...

—No —negó ella de inmediato—. Es una tontería preocuparse al respecto.

—Pero...

—Por favor, Annie —insistió Presley—. Si se hace algo grande o si me dice algo más, lo hablamos con Quirón. Por ahora no vale la pena.

Annabeth se quedó callada, no muy segura. A ella ya le parecía la gran cosa.

—Vale —terminó diciendo después de unos segundos—. Pero si te dice algo más...

—Prometo que te lo voy a decir —dijo Presley—. ¿Cuándo te he mentido? —preguntó cuando Annabeth se quedó en silencio durante un rato.

—Nunca.

—Exacto.

Presley se acercó y besó a Annabeth en los labios, aunque ésta aún estaba preocupada por las palabras de Gaia.

♦♦♦

Que Annabeth tuviera el trabajo de restaurar el Olimpo la había puesto más que feliz. Aunque no volviera a San Francisco después del final del verano.

Presley decidió quedarse también, aunque eso llevara a una larga conversación con su padre y la promesa de verse al menos una vez al mes. Al menos, el trato no venía con los guardaespaldas de la última vez.

Annabeth y ella habían conseguido plaza en el mismo colegio. Presley estaba más que feliz con eso, pues con Annabeth restaurando el Olimpo y todo ese tema apenas le había visto las últimas semanas de vacaciones.

—Te juro que no entendí ni la mitad de lo que me dijo —le dijo Presley a Annabeth, mientras caminaban por los pasillos del colegio—. Y mira, que como semidiosa, tendría que entender todo lo que tenga que ver con mitología griega.

Annabeth se rio.

—No, no, de verdad —insistió Presley—. También es verdad que preferiría no hablar de dioses todo el tiempo, por muy amable que sea Freddie.

—Siempre puedes cambiarte de asiento, ¿sabes?

—¿No sería descortés?

—Mucho.

Annabeth volvió a reírse por cómo Presley la miró.

—Ya está, estoy condenada a sentarme junto a Freddie hasta mi graduación.

—Eso si no nos expulsan antes.

—No nos van a expulsar —respondió Presley—. No cuando la profe de matemáticas te ama tanto.

—No me ama —replicó Annabeth, rodando sus ojos.

—¡Lo hace! —exclamó Presley—. Siempre es un «Hmm, deberían ser más como Annabeth».

Annabeth soltó una carcajada por su pésima imitación.

—No suena así.

—Ya sé que no, no puedo hacer mi voz tan ronca como si me fumara cien paquetes de cigarros todos los días —dijo Presley con una sonrisa—. Pero no niegas que dice eso.

—Porque lo hace.

—¿Ves? Te adora —Presley negó con la cabeza—. Ni como culparla.

—Aww.

State of Grace || Annabeth ChaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora