45. Sueños insufribles.

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Lo primero que acertaron a hacer, fue comprobar que Piper seguía respirando. Afortunadamente, Rachel no había matado a la nueva campista. Eso seguro habría caído mal para su currículum como Oráculo del campamento.

Luego de comprobar que Piper seguía viva, Annabeth les dijo que tenían que llevarla a la Casa Grande. Quirón sabría qué hacer, como siempre.

Presley fue la encargada de tomar a Presley entre sus brazos y llevarla hasta allí, con Annabeth y Rachel corriendo detrás de ella. Pero cuando, a mitad de camino, casi se le cae Piper de los brazos, Annabeth se ofreció a ayudar, llevando las piernas de Piper. Así que terminaron corriendo juntas hasta la Casa Grande con Piper sujetada por ambas, mientras Rachel gritaba que se quitaran del camino y hacía sonidos de ambulancia que no concordaban con la seriedad de la situación.

Al llegar a la Casa Grande, descubrieron que no sólo Quirón estaba ahí, sino también Jason. El joven rubio estaba de pie con su espada en mano y, apenas verlas, se acercó con rapidez.

—¿Qué ha ocurrido? —Jason se acercó a toda prisa—. ¿Qué le pasa?

—La cabaña de Hera —dijo Annabeth con voz entrecortada—. Una visión. Mala.

La chica pelirroja alzó la vista, y Jason vio que había estado llorando. Quizás Presley había malentendido sus llantos como una imitación de sirenas de ambulancia.

—Creo… —La pelirroja tragó saliva— creo que puedo haberla matado.

Jason Presley colocaron a Piper en el sofá mientras Annabeth corría por el pasillo a por un botiquín.

Piper todavía respiraba, pero no se despertaba. Parecía estar en una especie de coma.

—Tenemos que curarla —insistió Jason—. Hay una forma, ¿verdad?

Al verla tan pálida, respirando a duras penas, a Jason le invadió una oleada de sentimiento protector. Tal vez no la conociera realmente. Tal vez ella no fuera su novia. Pero habían sobrevivido juntos al Gran Cañón. Habían llegado hasta allí. Él la había dejado un rato, y había pasado eso. Quirón colocó la mano en la frente de la chica y seguidamente hizo una mueca.

—Su mente se encuentra en un estado muy frágil. ¿Qué ha pasado, Rachel?

—Ojalá lo supiera —dijo ella—. En cuanto llegué al campamento, tuve una premonición sobre la cabaña de Hera. Entré, y Annabeth y Piper llegaron mientras estaba allí. Hablamos y entonces… me quedé con la mente en blanco. Annabeth dijo que hablé con otra voz.

—¿Una profecía? —preguntó Quirón.

—No. El espíritu de Delfos viene de dentro. Sé lo que se siente. Aquello era como una conexión a larga distancia, una fuerza que intentaba hablar a través de mí.

Annabeth entró corriendo con una bolsa de piel. Se arrodilló junto a Piper.

—¿Qué pasó allí? No había visto nada parecido. He oído la voz de las profecías de Rachel, pero aquella era distinta. Sonaba como una mujer mayor. Agarró a Piper por los hombros y le dijo…

—¿Que la liberara de una cárcel? —aventuró Jason.

Annabeth se lo quedó mirando.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Presley, frunciendo levemente el entrecejo.

Quirón hizo un gesto con tres dedos sobre su corazón, como una protección contra el diablo.

—Díselo, Jason. Annabeth, la bolsa de las medicinas, por favor.

Quirón dejó caer unas gotas de un frasco de medicina en la boca de Piper, mientras Jason explicaba lo que había ocurrido con la mujer oscura y brumosa que había afirmado ser la patrona de Jason.

State of Grace || Annabeth ChaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora