31. Oportunidad.

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Jane

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Jane.

—Tu amigo no se ve feliz.

Veo hacia donde se encuentra Harry, alejado de todos mientras observa de brazos cruzados el frondoso bosque por donde aparecí la primera vez. Se había mantenido de esa forma desde que habíamos llegado, sin dirigir la palabra ni dar su opinión. Sabía que estaba molesto por haber tomado la decisión por ambos.

Desvío mi vista de Harry hacia el radio en su mano, el cual no había dado ninguna señal de Dylan o Max, por lo que me comienzo a preguntar si habrían sido capturados.

Libero un resoplido frustrado, volviendo hacia la persona que se encuentra a mi lado.

Sé que oculta algo, no hay dudas después de ver como había bajado aquel bolso hacia la casa, queriendo esconder algo importante de nosotros. Eran señales claras. No podíamos confiar de nuevo.

—¿Qué hay en el bolso Ronan? —le pregunto de manera directa, esperando con paciencia cuando le veo tensar su cuerpo—. ¿Por qué es tan importante?

No esperaba mi intervención sobre el tema, lo había tomado desprevenido. Ahora se encuentra en estado de alerta, lo que me provoca un trago amargo.

—No es importante.

Enarco una ceja.

—¿Qué te ha pasado en el rostro? —me interroga, tratando se cambiar de tema—. Estás mal herida. ¿Qué ocurrió en Kansas?

Mantuve mi postura seria al ver que no deseaba compartir información importante conmigo. Y si comenzaba a jugar sucio, no lo pensaría dos veces para adelantarme. Estaba jodidamente aburrida que las personas me traicionaran.

—Fue obra de mi madre —contesto a la vez que ideo algo en mi mente para llegar a ese bolso dentro de la casa—. Estuve secuestrada por un par de horas, nada genial por cierto.

—¿Tu madre?

Sonreí.

—¿No lo ves increíble? —resoplé cortamente—. Yo tampoco imaginé que ella fuera una maldita desquiciada, pero no podía esperar menos. Siempre fui un experimento.

Ronan guardó silencio.

—Quiero comprender las cosas que dices, pero... es complicado.

—¿Qué hay en el jodido bolso? —pregunté con más dureza esta vez—. Responde.

—Jane... No soy una persona en la que deberías desconfiar. Te recibí en mi casa, mi refugio —logra decir con su tono de voz nervioso—. No somos el enemigo.

Giré mi cuerpo hacia la entrada de la casa, subiendo cada escalón a la vez que Ronan decía mi nombre con desesperación. Él logró tomar de mi antebrazo para detenerme, pero no esperó que mi dulce compañero interviniera para que me soltara. Así que sin cuidado, continúe hasta el segundo piso, encontrándome con Stella cerrando la puerta de la habitación de su abuela.

THE CODE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora