32. Entrenando.

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Harry

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Harry.

—¿Cómo te sientes?

La pregunta de Jane me toma por sorpresa cuando estoy en uno de los cuartos cambiando mi ropa militar por una de Ronan, quien parece estar más tranquilo después de lo que ha sucedido esa tarde. Así que después de ver a Jane, me siento en la orilla del colchón para observarla fijamente, analizando que se ha dado una ducha y ha cambiado su vestuario por uno más cómodo.

—Podría haber muerto, pero estoy perfecto —termino de colocar una sudadera limpia mientras veo como cierra la puerta para tener privacidad—. Gracias por salvar mi vida, de nuevo.

Ella lanza una sonrisa.

—Aún no cantes victoria. Fue algo experimental lo de hace un rato.

Ya lo sabía.

Acomodo mi cuerpo sobre la cama, colocando unas almohadas en el respaldo para descansar un poco y, aquella sensación de tranquilidad llega a mí cuando logro relajar la tensión acumulada.

—Bueno, si me muero en unos minutos u horas, espero que le digas  Dylan la causa de mi muerte.

—No pienso avisarle.

Alzo ambas cejas sin sorpresa.

—¿Qué crees que pasará desde ahora? —interroga curiosa al acercarse—. ¿Debemos sospechar de Ronan?

—Sospecho de él desde el inicio.

Jane se sienta a mi lado para conversar en murmullos.

—Creo que deberíamos irnos con las vacunas y entregarlas a Dylan...

En este instante la miro sin entender a lo que me dice. Quiere entregarse voluntariamente y que nos lleven a un encierro por traición. Eso definitivamente no era inteligente de su parte, a menos que pudiéramos utilizar a la gente adecuada para esto.

—¿Aún quieres salvar el mundo?

Se queda en silencio unos segundos, pensando.

—Solo quiero que acabe esto y que el mundo vuelva a como era antes. No es entretenido estar escapando siempre.

—Será difícil volver a un antes.

—Lo sé... solo quiero encontrar una solución rápida a esto.

—Tengamos paciencia por unos días —suspiro frustrado, recordando que he sido inyectado ese día—. Además, aún no estamos seguros si es efectiva esta dosis.

Y esperaba que lo fuera.

Noto como su mano se dirige a una de sus muñecas, masajeando con calma aquella cicatriz que se hace visible cada vez que su manga se sube. Y, al ver con lentitud su rostro, hago una mueca para mi mismo.

Debíamos conversar.

—Quiero aclarar con más calma las cosas que han pasado entre nosotros. —hablo en voz baja, esperando que su molestia la golpee como muchas veces.

THE CODE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora