24. La ayuda.

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Harry

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Harry.

—Necesitamos salir de aquí —mumuro en voz baja hacia Dylan, mirando de reojo a las personas que iban por delante de nosotros—. Seguirán creyendo que estamos de su lado si no cometemos alguna estupidez —veo como uno de ellos se detiene para vernos con su ceño fruncido.

—¿Hay algo que deseen compartir?

Sonrío levemente con mis labios apretados.

—Solo le digo a mi hermano que fue una tontería no permanecer con ustedes desde un inicio —miento, notando como la puerta del ascensor se abre—. ¿Hemlich está en este edificio? —pregunto con interés.

—Hemlich está ocupado.

El ascensor marcó un piso subterráneo, lo que me hizo mirar por el rabillo del ojo a Dylan que trataba de parecer tranquilo. Pronto nos detuvimos para salir de las paredes metálicas, observando el lugar con detenimiento cuando comenzamos a caminar. Eramos escoltados por al menos unos cinco sujetos que trataban de intimidarnos. Nos estaban llevando por una zona restringida, en donde los pocos trabajadores iban con trajes completamente blancos. Era una especie de laboratorio, uno de esos que había presenciado en Houston.

Siempre habían estado ahí.

—Marlon nos pidió que esperaran aquí —nos dijo uno de estos tipos armados cuando apuntó a un cuarto cerrado—. Y es mejor que no se muevan de ahí. Una salida, una bala —sonrió al abrirnos la puerta.

Dylan se adelantó primero que yo al ingresar. Me dio una corta mirada y, con ello, dejé atrás la amenaza realizada. Mi temperamento no estaba de lo mejor en ese momento. Cualquier palabra podría hacer que arruinara todo. Por eso, traté de relajar mis hombros cuando cerraron la puerta. Alcé mis manos a la cabeza y las entrelace por detrás de esta mientras cerraba mis ojos con frustración.

—No debiste caer en su juego —habló Dylan, haciendo que lo mirase. Se encontraba verificando que no hubieran cámaras por ese cuarto antes de volver a observarme—. Habría salido por mi cuenta de esta situación.

Di un resoplido fuerte.

—Maldita sea. ¿Qué querías que hiciera? —mi pregunta salió disparada con molestia, aunque ya no me importaba si el se enfurecia—. Marlon me colocó contra la espada y la pared. Y no puedo creer que fueras tan idiota como para dejarte atrapar.

Me observó brevemente.

—Era atraparme o dejar que se llevara a todos. Me dieron a elegir, aunque no creo que los deje vivir tan fácilmente.

—¿Dónde están las personas?

—Las llevé lejos de la ciudad. Encontré una pequeña villa donde podrían ocultarse.

Suspiré antes de dejar que la pared recibiera mi peso, dejando que me arrastrara y cayera mi trasero al suelo para sentarme.

—¿Joseph? —pregunté.

THE CODE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora