22. Pánico.

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Jane

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Jane.

No había una manera fácil de pensar en una llegada a ese lugar y, es que luego de caminar y encontrar un vehículo para avanzar con rapidez, no sabíamos qué plan podíamos idear. Estábamos cortos de imaginación. No teníamos apoyo ni tampoco algo que nos asegurara que saldríamos vivos de la ciudad.

La frustración era aún más notoria cuando la noche cayó sin remordimiento, haciendo caótico nuestro rescate mientras nos sentábamos a pensar en una villa sin residentes. Y, ver que Harry tenía esta cosa de mantenerse en silencio cuando estaba molesto, hacía que pensara dos veces si hablar o no, por eso, después de analizarlo, preferí callar para buscar en una de las casas algo que pudiera alimentarnos.

Cuando entré a la primera casa, lo observé por el ventanal, notando como ahora hablaba por el radio con sus hombros tensos. E ignorando lo que hacía, decidí buscar un baño. No demoré más que unos cinco minutos para después encontrar a Harry sentado en uno de los sofás en la sala, mirando sin expresión hacia el televisor apagado. Parecía ido, como si ver aquella pantalla negra tuviera alguna respuesta a lo que él estaba buscando en este instante.

Me hubiera gustado meterme en su cabeza para saber lo que pensaba mientras rebuscaba en las alacenas algo que pudiera salvarnos. Podía ver su espalda ancha desde esa cocina de panorama abierto. Y, la oscuridad, no era un impedimento para apreciar la silueta que adornaba esa sala pequeña.

—Encontré algo de café... —llamé su atención hablándole, casi con precaución—. Y arroz blanco.

Le veo asentir con la cabeza, casi por inercia. Pasó las manos por su cabello y se quedó mirando unos segundos el suelo mientras sus codos se apoyaban en sus piernas.

—¿Podría cocinarlo? —sugerí.

Me miró sobre su hombro.

—¿Hay agua para hacerlo? —frunció su entrecejo. La luz de la luna lograba que pudiera verlo sin tanta restricción —. Si es así, podemos comer.

Revisé el lavaplatos, girando la llave y sonriendo al mismo tiempo que el agua no demoraba en salir. Tal vez, tendrían un pozo que abastecia aquella casa. Después de todo, la base militar también los tenía. Sin embargo, esperaba que la cocina no fuera a corriente, ya que luz no había por ningún lugar.

—¿Qué buscas? —di un respingo al oír su voz tan cerca—. ¿No sabes cocinar? —me fastidia cuando encuentro la cajetilla de fósforos. Al parecer había vuelto algo de su humor, aunque parecía fingir estar bien.

Entorno los ojos.

Harry esta vez se apoya en la pequeña mesa que hay en la cocina, haciendo que la madera sostenga el peso de cuerpo. Y, antes de apreciar su pose varonil e incentivadora para lanzarse sobre él, lo ignoro.

—Arroz blanco y papas es lo que más tenemos en la base —escucho a mis espaldas mientras dejo la olla en la cocina—. ¿Sabes cuánto puede durar? —me pregunta para generar intriga.

THE CODE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora