26. Sin explicación.

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Harry

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Harry.

—¡Eres un maldito hijo de puta! —gritó, volviendo a dar otro puñetazo que logré esquivar con facilidad—. ¡Me entregaste! —acusó.

Su pie esta vez viaja por detrás de mi tobillo izquierdo, lo que me toma desprevenido cuando vuelvo a tropezar. No caigo al suelo, pero mi rodilla se dobla hacia adelante. Jane se suelta con rapidez, alza su propia rodilla y golpea mi estómago mientras sus manos sostienen mis hombros. Lanzo un quejido adolorido al doblar mi cuerpo a la vez que sostengo de mi abdomen.

Ella quiere asesinarme.

Un quejido doloroso sale de mi garganta cuando me quiero volver a colocar de pie. Sin embargo, nuevamente ella me está reteniendo, pero esta vez con lo que parece ser un arma sobre mi frente. La mirada en sus ojos me dice que está furiosa y, que aquella pistola, no era un juego para ella.

Veo de reojo mi cintura solo para darme cuenta que es el arma que Max me ha dado antes de lograr el rescate. Y sé que no es momento para admirarla, pero mierda, sus habilidades mejoran cuando hay adrenalina en ella.

Una vez más trato de mover mi cuerpo, pero me detiene con una risa casi sádica, lo que me sorprende cuando veo su rostro serio.

—No vas a mover tu trasero de aquí —suelta con fuerza, logrando que mi cabeza balancee hacia atrás—. Traidor —escupe.

Noto de reojo como todos se reúnen alrededor de nosotros, formando una media luna. Y, mentalmente pido ayuda para que me quiten a Jane de encima.

—No soy el traidor Jane.

Vuelve a reír.

—¿Me estás jodiendo? —dice entre dientes—. Me has entregado, sin más.

—Jane, deberías escucharlo.

Ella mira a la nueva persona que habla detrás de nosotros y, en un rápido movimiento por su desprevenida, quito la pistola de un golpe en su muñeca. Sé que le ha dolido, ya que hace una mueca antes de verme furiosa. Pero tan pronto como ha abandonado el arma, desea darme un nuevo golpe sin certeza.

Estaba cabreada.

—¿Pueden parar? —gruñó Max a unos cuantos metros de donde me encontraba—. Debemos irnos de aquí. Estamos más expuestos que antes.

Guardo la pistola nuevamente en mi cintura, sin despegar la vista en ella, notando sus hombros tensos y mandíbula apretada. 

—¿Dónde está Hemlich?

—No lo hemos encontrado. Terminó huyendo junto con los demás... —contestó Dylan.

Suspiro derrotado.

—Jane, deberías venir aquí con nosotros —sugiere Max.

Hace caso omiso a sus palabras, solo para avanzar hacia mi una vez más.

THE CODE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora