Rojo XVIII

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Su carrera se detuvo y bajando a la diosa que cargaba como una princesa, él comenzó a caminar, su mirada parecía vacía, pero Artemis lo sabía bien, ella podía ver como Bell trataba de reprimir sus emociones, algo que la preocupó, por eso, tomando su mano, ella llamo su atención, solo para que el chico volviera a cogerla en brazos y comenzara a correr, los pasos del chico pareciendo saltos por la velocidad que llevaba, pero a diferencia de antes, el impulso era para alcanzar rápido un lugar cercano y no para llegar en poco tiempo a un lugar lejano.

Dejando en el suelo a Artemis, él se paró delante de la diosa y la madre e hija detrás de la primera, su mano derecha sujeto con fuerza la flecha sagrada mientras su mirada se posaba en los monstruos escorpión delante suyo, fuego cubrió la flecha y con un movimiento de su mano, el arma salió volando con un poder tan grande que todo lo que estuvo delante termino destruido, convertido en cenizas y, sin embargo, él solo camino como si acabará de cometer un delito, la realidad era otra.

El conflicto en su mente era tal que ni siquiera cuando vio a Hermes montado sobre un dragón junto a Ryuu se sorprendió por no haberlos sentido, su mano agarro con fuerza la flecha antes de volver con Artemis, escucho los agradecimientos de madre e hija antes de asentir con su cabeza, miro de reojo a la diosa solo para soltar un suspiro antes de volver a poner una mirada que no dejaba ver sus emociones, sus pasos fueron silenciosos y llenos de una determinación que él creyó que no volvería a sentir, no después de haber derrotado a aquel dragón.

Su mirada pronto se posó sobre un castillo que estaba derrumbándose, ignoró por completo a los miembros de la Familia Hermes y solo desapareció sin dejar rastro, cosa que preocupó a Artemis, ella quería ayudarlo, decirle que lo que estaba ocurriendo no era cosa suya y, sin embargo, a pesar de que él se llevo la flecha, no pudo encontrarlo, no pudo sentirlo, lo que solo complico las cosas.

X X X

Hace años para mí, tal vez un par de meses en realidad, me tope con una particular Familia durante mi viaje de lucha, muerte y retorno contra el dragón negro, me pareció divertido que la primera acción de una diosa fuera dispararme una flecha que viajo más rápido de lo que espere y que casi llega a quitarme un ojo de no haber sido por [Kairós], no me puse nervioso, esa fue una época en la que no tenía ningún remordimiento conmigo mismo, había estado viviendo como mejor me parecía, pensando que mis acciones desembocaban en resultados justos.

Ya había visto que al comienzo mis acciones no llevaban al resultado que me gustaría haber alcanzado, como cuando fui expulsado del imperio tras destapar una cadena completa de tráfico de personas, no me angustie por ello, pues incluso cuando el nuevo emperador subió al trono, dijo que esto era solo para engañar a los disidentes que quedaran, hubo muchas familias que recuperaron a personas y que no les importó que fuese un niño cubierto de sangre quien los hubiera ayudado.

La cosa fue que cuando me encontré con la diosa no pude evitar sorprenderme, no se comparaba en nada a otros dioses que conocí, actuaba con la dignidad que un mortal esperaba de un dios, el enojo en su mirada fue algo que me confundió, pues hasta el momento no había hecho algo que mereciera esa mirada, lo comprendí cuando las chicas de su Familia se aglomeraron a mi alrededor, todas ellas invitándome a unirme, que no importaba cuan débil fuera, ellas me protegerían.

Para ese momento creo que era nivel seis, al menos antes de que mi [Estado] se volviera imposible de leer incluso para mí, por lo que dije que si su capitana me derrotaba en un combate haría lo que ellas quisieran, luego volteé a mirar a la diosa de cabello azul y agregue que incluso la muerte estaba en las opciones, sus ojos verdes me iluminaron, había estado perdiendo poco a poco la luz, hundiéndome en pensamientos arrogantes, pensando que si seguía con mi camino de lucha y regreso en el tiempo pronto podría volverme imparable.

Aquel de ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora