Rojo VIII

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Lili no estaba feliz, de hecho, estaba bastante enojada, frustrada porque algo que ya había visto que ocurría se repetía con el mejor grupo de personas que había conocido, ni siquiera después de que rocas le cayeran encima ella se detuvo, algo en su interior la obligaba a avanzar, a seguir con más fuerzas, no sintió miedo, ni siquiera parecía estar preocupada, debajo de su casco/máscara, sus ojos cambiaron, cierta habilidad brillo en su espalda y con una mueca de fastidio y enojo ella se puso de pie, sujeto su lanza con una sola mano y con un salto que tenía más potencia que un nivel uno, ella se encargo de los monstruos cercanos apenas recibiendo ligeras heridas.

- ¿Se encuentran bien? – ella pregunto mirando como los demás se levantaban poco a poco.

-Sí – Haruhime respondió mientras ayudaba a Emma – pero Welf-sama...

-Estaré bien – él dijo ignorando su tobillo lastimado.

-Emma-sama, ayúdalo – Lili exclamo mientras se encargaba de hacer un soporte que mantuviera quieto el tobillo del herrero para que no sufriera más daños – lo mejor será ir entre los agujeros, Haruhime-sama.

-Sí, Emma-sama, guardaste cuerda ¿verdad?

-Así es, creí que podría ser útil.

-Pensaste bien – la renart exclamo, sus oídos captando movimiento – avancemos, cuando encontremos un agujero podremos descansar un poco.

X X X

Él estaba furioso, el hecho de que no estuviera explotando medio Calabozo se debía a que en este momento se encontraba desempeñando su papel como un dios, su mirada fría de ojos rojos se clavo sobre los niños del dios Takemikazuchi, el dios no le caía mal, había venido hasta él para disculparse por lo ocurrido, incluso fue uno que le dio buenos deseos cuando estuvo en el Denatus, a un lado estaba Hephaestus, su mirada era de pocos amigos y había otro dios, uno con el que se llevaba bien gracias a compras allí y allá, Miach.

-Lo siento, Kairós – Takemikazuchi dijo con su cabeza baja, como si hubiera sido tu culpa.

-Levanta la cabeza, Takemikazuchi – él exclamo haciendo que el dios lo viera – ¿Quiero entender tu razonamiento, niño?

Mirando directo al que a todas luces era el líder de la Familia, espero a que este pensará bien las palabras que iba a decir, su corazón le decía, le imploraba que saliera corriendo de una vez, pero su mente le dijo que mantuviera la calma, todavía no había sentido que la bendición de la espada se hubiera desvanecido de alguna de ellas, pero no podía estar seguro solo con eso, no sabía si el falna del espíritu funcionaba igual que el de los dioses, así que su preocupación no hizo más que aumentar.

-Estaba desesperado, una amiga había sido herida y pensé en lo mejor para los míos – el hombre, Ouka, respondió bajo la potente mirada de ojos rojos.

-Ya veo – su tono fue plano, no dejo ver ninguna emoción, sin más, comenzó a caminar.

- ¿A dónde vas, Kairós? – Hephaestus pregunto con curiosidad, ya teniendo una idea de que iba a suceder.

-Iré por mi niñas, también traeré a tu niño, no planeo quedarme de brazos cruzados.

-Piénsalo con cuidado, Kairós – Miach intervino haciendo que el chico volteará a verlo – los dioses tenemos prohibido entrar al Calabozo.

-Eso no me detendrá, tampoco los monstruos, pagaré el castigo que deba pagar por incumplir una ley – él respondió antes de tomar su capa.

-Entonces déjame unirme – otro dios hablo desde la entrada.

- ¿Qué tipo de negocio podrías tener con nosotros, Hermes? – él pregunto sin malas intenciones, más curioso que precavido.

-Bueno, quiero ayudar a un posible nuevo amigo – el dios respondió para diversión del chico.

Aquel de ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora