Rojo XX

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Un par de ojos rojos observaron desde la muralla como los miembros de la Familia Loki se hacían cargo de las personas de Rakia, el gremio le había pedido que ayudará como castigo por haberse deshecho de la diosa Ishtar y al mismo tiempo haber hecho que la Familia de la diosa dejará de existir, no lo mandaron encarcelar o trataron de enjuiciarlo por temor al gran poder que tenía, a pesar de ello, Eina, quien le entrego el mensaje no cambio su manera de verlo, pues para la medio elfa, él seguía siendo el mismo aventurero incontrolable y atemorizante que intentaba cambiar.

-Si supiera que en realidad soy Kairós – él murmuro para sí mismo antes de dejarse caer al suelo.

Los miembros de la Familia Loki lo vieron caminar con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, la túnica seguía cubriendo todo su cuerpo, por lo que aquellos que esperaban ver la apariencia de quien fue a salvarles la vida no vieron más que lo mismo de la última vez, entonces él sacó su mano derecha haciendo que todos vieran como fuego azul parecía convertir incluso la arena en vidrio, luego vino el mar de llamas que arrojó, los gritos se pudieron escuchar bajo el fuego que no tardó mucho en desvanecerse.

-Ahí estarían dos divisiones dormidas – él dijo con un tono fuerte para que todos escucharan – volveré más tarde.

Con eso dicho, él desapareció para decepción de las personas que querían hablar con él, el hecho era que él tenía que hacer cosas como Kairós, pues sería extraño que la gente no viera al dios cuya Familia era la que más se encontraba creciendo, sobre todo cuando Lili acababa de subir de nivel, sabía que no pasaría mucho antes de que hubiera otro Denatus, otra reunión de los dioses en lo que tendría que luchar contra los dioses para que sus niñas no tuvieran malos nombres, como el que intentaron darle a Mikoto en su momento.

-En serio, intentar ponerle una chica el apodo [Zetsu Ei], malditos enfermos, que bueno que pude hacer que la llamaran [Yojinbukai kage] y para variar, fue ese dios del que sospecho.

Sus pasos lo llevaron dentro de un callejón donde dejo de ser Bell para comenzar a fingir ser Kairós, aunque no tenía muy claro que debía hacer en ese momento, pues también como el dios tenía un tipo de un problema con el gremio, por salir de la ciudad para ayudar a Artemis, la excusa fue que ayudaría al aventurero más poderoso para rescatar a la diosa de la caza, la luna y muchas otras cosas que en ese momento él no recordaba, pues los dioses tenían más de un título y algunos títulos se repetían varias veces, como Ishtar, Freya y Aphrodite, que son diosas de la belleza, incluso si a él no le afectaban sus [Encantos].

-Tenga un buen día – él dijo con una encantadora sonrisa después de ayudar a un cliente.

Su castigo como Kairós era atender en el propio gremio sirviendo como una cara bonita que atraía tanto hombre como mujeres, algo ante lo que no supo como sentirse, se sintió alagado y preocupado al mismo tiempo, pues no pensó que a ojos de las personas, él fuera de verdad un dios más allá del engaño que había realizado prácticamente desde que llego, soltó un suspiro después de despedirse de una aventurera cuyo novio estaba que hervía en celos, algo ante lo que se disculpó, pues esto no era algo que en realidad quisiera que ocurriera, de ser lo contrario, no habría bajado ni un centímetro su cabeza.

-Buen trabajo, Kairós-sama – una sonriente Eina dijo con sinceridad.

-No me gusta ser usado como cara bonita – él dijo quejándose, su tono de voz alterado para seguir ocultando su engaño.

-Por favor aguante un poco, pronto debería poder salir de esto.

Él no pudo ni siquiera soltar un suspiro cuando la medio elfa le respondió con una sonrisa como esa en su rostro, no tenía que hacer mucho más que solo hablar con los aventureros, a cualquier dios le habría gustado esa labor, pero a él no le llamaba para nada la atención el ser ese centro de atención o enterarse de las vidas de otros si no tenía valía en sus planes, si era de las idas de personas cercanas la cosa era diferente, pero una vez más, todos esos aventureros eran personas que desconocía por completo.

Aquel de ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora