Rojo VII

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Haruhime estaba curiosa, Bell le había pedido que esperara junto a Lili justo enfrente de la entrada del Calabozo, se suponía que allí conocerían a alguien que se uniría a ellas para explorar pisos más peligrosos, por lo que ambas sabían, la persona era un herrero que quería obtener excelia rápido y así mejorar en combate y poder probar por su cuenta las armas que él mismo creaba.

-Parecen aburridas – un aventurero pelirrojo dijo cargando una bolsa en su hombro – perdón por la tardanza, me pidieron traer un par de cosas.

Lili ya sabía quien era la persona parada delante de ambas, pero no pudo decir nada, pues una daga blanca, Hakugen, a un lado estaba un lanza azul de hoja plateada con decoraciones que hicieron que sus ojos brillaran, incluso paso por alto el logo de la Familia Hephahestus en el final del arma, solo pudo recibirla sin ser capaz de pensar en algo, a un lado, Haruhime se encontraba, entonces solo escucho como otros murmuraban sobre el intercambio, se preocupó un poco, hasta que vio a una persona encapuchada de ojos rojos que veía desde lejos, cuidándolos en caso de ser necesario, cosa que la relajo.

-Y una última cosa – el herrero dijo poniendo un casco bastante único sobre la cabeza de Lili – dime, ¿Puedes ver a pesar de tener esa cosa frente a tus ojos?

-Extrañamente sí – Lili respondió, sorprendida de ser capaz de ver a través del extraño material.

-Ese chico me lo puso difícil, me dio materiales complicados de manipular para crear el conjunto de armadura que me pidió hacerte, aunque no esperaba que fueras un apoyo.

-Es momentáneo – Haruhime respondió, uniéndose a la conversación – es mientras entrena para poder luchar.

-Ya veo – el herrero respondió reconociendo a la renart – por cierto, mi nombre es Welf, el herrero que las acompañará desde ahora gracias a su amigo cuyo nombre no me ha querido decir.

-Bueno, no es como si él fuera la persona más comunicativa – Lili dijo encogiéndose de hombros, entendiendo que, si no decía su nombre, ella no lo revelaría – ahora, vamos, quiero probar a Hakugen.

Dejando su lanza en un costado de su gran mochila, ella se encamino hacia el Calabozo, siendo seguida por una sonriente Haruhime y un divertido Welf, el cual se sorprendió después de darse cuenta de que la pallum se había dado cuenta de quien era en realidad, pero no dijo nada, si ella no diría su apellido, entonces estaba bien, tampoco iba a preguntar por el nombre del encapuchado, entendió que había secretos y que era alguien que acababa de llegar, así que lo acepto, tal vez cuando fuera más cercano, de más confianza podría decir su apellido y preguntar sobre aquello que no sabía.

X X X

- ¿Se puede saber a dónde van? – él pregunto poniéndose en el camino que los miembros de su Familia y compañero tomaron hace poco, interponiéndose con otros aventureros.

-No te interesa – el aparente líder del grupo respondió, notándose la codicia en su voz.

-Creo que si me interesa – él respondió con una sonrisa, Lucifugus siendo desenvainada – me encargaron protegerlos, así que será mejor que se vayan.

-Un don nadie como tú no nos detendrá.

El grupo de al menos veinte se lanzó en su contra, la única excepción fue una chica de cabello y ojos rosados que no veía muy claro el atacar, tuvo razón, pues en cuestión de un segundo cada uno de ellos cayó al suelo con heridas fatales que podrían matarlos si no eran atendidos a tiempo y por lo que él sentía, la única persona cerca era la chica que se encontraba temblando de miedo, cuando el chico dio un paso ella cayó al suelo arrodillada, sus piernas dejando de funcionar a pesar de que su corazón bombeo sangre para que huyera, no pudo hacerlo, ante esos ojos rojos supo que escapar no era algo posible.

Aquel de ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora