Rojo II

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La noche había pasado con tranquilidad, sin necesitar dormir más que cinco minutos, él solo espero a que la renart cuya cabeza tenía recostada en su regazo despertará, las suaves caricias sobre la cabeza de la chica no interrumpieron sus horas de sueño, de hecho, parecieron hacerlas más relajantes, más felices, entonces él sintió un ligero tambaleo, al bajar su mirada encontró dos ojos verde esmeralda que lo miraban con curiosidad, estos ni siquiera parecían los de una chica que dio su primera vez.

- ¿Señor Cranel? – Haruhime pregunto con incertidumbre, lo ocurrido después de que se durmiera siendo completamente desconocido.

-Buenos días – él respondió recibiendo la misma respuesta – convencí a la diosa Ishtar de dejarte a mi cuidado, ya no tendrás que esperar por un héroe.

- ¿Eh? ¿Ishtar-sama aceptó? – la renart cuestiono con asombro.

-Sí, lo hizo, me costo un par de horas convencerla, pero al final con cierta piedra rota y un pago más que convincente ella aceptó.

Ante una mirada emocionada tan pura como la que recibió él no pudo decir que fue lo que ocurrió la noche anterior, si lo hiciera estuvo casi seguro de que esa esperanza que despertó terminaría siendo reemplazada por otro tipo de sentimiento, siendo así las cosas, él solo espero a que ella se vistiera, al parecer no noto el hecho de que aquella gargantilla ya no se encontraba en su cuello, él tampoco dijo nada al respecto, si ella no sentía nada malo mejor por él, pensó que tal vez debió desviar la mirada dado que se estaba vistiendo, pero teniendo en cuenta lo que hicieron anoche él pensó que estaba bien.

-La próxima vez, no me observe tanto, señor Cranel – Haruhime pidió con un poco de vergüenza y él se dio cuenta que su decisión tal vez no fue la mejor.

- ¿Podrías dejar de llamarme así? – él pregunto recibiendo una mirada curiosa – puedes llamarme por mi nombre, "señor Cranel" es algo raro.

Mostrando un genuino nerviosismo, la renart solo sonrió antes de abrazarlo para sorpresa del chica, el cual, ignorando el hecho de que su rostro se encontraba en el pecho de la chica miro su rostro sonriente, ver tal alegría hizo que pensará que incluso si sus métodos no eran los mejores, que los resultados fueran esas sonrisas hizo que valiera la pena cualquier cosa que tuviera que hacer, se decidió a hacer las cosas a su manera, no seguiría la manera típica de los héroes anteriores.

- ¿Va a esperarme aquí fuera? – Haruhime pregunto después de que ambos subieran a los aposentos de la diosa.

-Sí, tu diosa no tiene el deseo de volver a verme, así que al menos respetaré eso.

Lo que Haruhime iba a hacer era sencillo, dejar de ser parte de la Familia Ishtar, por su parte, él esperó recibiendo la mirada de varias amazonas, la mayoría de ellas siendo guiadas por rumores que él no tardó en comprender de que tipo eran, solo le basto ver al cuarteto de amazonas con las que estuvo hace dos noches, todos ellas sonreían como queriendo decirle que querían repetir, luego estaba la mirada de una única mujer con apariencia de sapo, se encontraba mirándolo con un ceño fruncido que simplemente ignoró, su ira no era algo que le resultará importante.

-Ya estoy lista, Bell-sama – Haruhime dijo dando a conocer el nombre del peliblanco más de lo que le gustaría, tampoco se quejó.

-Entonces vámonos, ya no hay más que hacer aquí.

Dos amazonas se despidieron de la renart, aquellas de nombre Aisha y Lena mostraron cariño por la chica zorro, se hizo el desentendido, pero en el interior se sintió feliz por su nueva acompañante, incluso si no se lo pidieron, él la cuidaría utilizando todo su poder de ser necesario, una vez Haruhime termino de despedirse él tomo su mano y los dos salieron de ahí, él ni siquiera volteó a mirar atrás, parte de proteger a alguien se basaba en volver fuerte a esa persona y aunque no era un dios, tenía la manera para lograrlo, pues, al final, él no tenía un falna real.

Aquel de ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora