Rojo XXIV

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N/A: poner en bucle para este capítulo, me pareció el soundtrack indicado dado lo que escribí.

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Aquellos ojos rojos se abrieron encontrando un techo en el que no recordaba haber decidido dormir, mirando de reojo noto como lo que iluminaba el cuarto en el que se encontraba era la luna, le gusto, desde que era más pequeño aquel enorme objeto y su brillo fueron algo que atraía su atención sin mucha complicación, casi sintiéndose como si alguien lo escuchará cuando decía sus quejas, le permitía sentirse acompañado por alguien más que aquel espíritu que justo ahora se encontraba flotando delante suyo, alternando entre brillos blancos y negros.

-Sí, sí, ya me paro – él respondió al constante titilar del espíritu – oh, cállate, ¿De quién crees que es la culpa de que haya quedado agotado y me desmayará en medio de la calle?

Dándose cuenta de que parecía haberse vuelto loco, él aclaro su garganta, soltó un suspiro y miro a su alrededor, inspeccionando la habitación en la que se encontraba, parecía la típica habitación que encontraría en una casa normal y, aun así, sus todavía cansados ojos se mantuvieron alerta, pues otras personas trataron de robarlo y asesinarlo siendo amables, no iba a cometer el mismo error que casi lo hizo perder su vida no hace mucho tiempo.

Sus oídos, aunque con dificultad, captaron el sonido de alguien acercándose al cuarto en el que se encontraba, acercando su mano al espíritu, él termino agarrando una daga con escrituras divinas que brillaron un instante, entonces, ocultando su arma y fingiendo dormir, se cubrió con la ligera cobija justo en el momento en que la puerta se habría y alguien, que por los pasos, el chico creyó que se trataba de una mujer, entró, dejo algo sobre la mesa y se acercó a la cama, solo para que aquella daga estuviera ahora apuntando al cuello de una niña pequeña que veía temblorosa esos ojos rojos vacíos de vida.

-Me pidieron que te trajera la comida – ella dijo con temor, sus piernas apenas aguantando.

-Gracias – él dijo respondió mientras apartaba con cuidado el arma, todavía atento en caso de que hubiera algún peligro, sin embargo, su estómago lo traiciono al sonar.

Avergonzado y con un rostro enrojecido, él solo tomo el plato mientras la daga se desvanecía, convirtiéndose en el espíritu que solo él podía ver, mirando bien la comida solo vio de reojo como el espíritu titilaba diciéndole que no había nada que lo fuera a matar, por lo que sin perder ni un segundo más, comenzó a comer olvidándose por completo del hecho de que todavía seguía acompañado por aquella niña que no sabía que pensar al respecto sobre el chico que veía comiendo como si nada acabara de ocurrir.

- ¿Puedo preguntar algo? – la niña pregunto con cierta preocupación al no saber si el irse evitaría que muriera.

-Perdón por lo de antes – él dijo sin responder a lo que la niña dijo – podría dar una excusa, pero alguien una vez me dijo que las excusas no sirven de nada, así que, perdón por haberte amenazado.

-No sé qué decir – la niña respondió haciendo que él solo mirará el plato ahora vacío.

-Gracias – dijo ofreciendo el plato de vuelta, no habiendo dejado nada de comida – me preparé para irme.

-No, no harás eso – una mujer de mirada severa dijo desde la puerta haciendo que él tuviera un escalofrío – no te recogí solo para que te vayas, puedes ser un aventurero y haber intimidado a mi hija, pero...

Siendo consciente de que ahora tenía una espada apuntando a su cuello, él no fue diferente, con una velocidad bastante menor a la de su anfitriona, él sujeto a su espíritu y apunto ahora una espada al cuello de la mujer, sus ojos vacíos solo concordaron con los de la mujer, la cual, a pesar de sorprenderse por el arma que apareció de la nada, siguió apuntando al niño, leyendo cada movimiento de su cuerpo, el hecho de que no notará miedo solo la hizo pensar.

Aquel de ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora