Rojo XXIII

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Ella era consciente del hecho de que se estaba encariñando con Wiene y, aun así, no pudo evitarlo, el cuidarla todos los días solo hizo que su cariño por la vouivre que se comportaba como si fuera su hija creciera, no sabía si estaba mal o bien, solo sabía que era lo que estaba sucediendo, cosa con la que lidiaría sin importar cuales fueran las consecuencias, por ello, no se negó a jugar más tiempo, no se negó a permitirle sonreír, no se negó a lo que podrí decirse era un suceso extraño, pues de alguna manera, el actuar así la hizo sentirse completa.

-Ya es hora de comer – ella dijo haciendo que la vouivre se detuviera y mirará la canasta que la renart había dejado sobre una manta en el césped.

Vida, algo que todos los seres creían comprender, pero en el momento que ella interactuó con Wiene se dio cuenta de que apenas eran conscientes de lo que esa palabra significaba, pues, como aventurera, nunca había pensado en la vida de los monstruos, concentrada solo en el hecho de que debía sobrevivir, anteponer su vida y la de sus cercanos, no era de las que pensaba en hacer todo lo posible al haber acciones que iban contra su propia moral, pero al volverse consciente de que sus enemigos, los que se suponía que solo existían para asesinarlos, también tenían su propia vida de alguna manera hizo que se planteará una pregunta que no había cruzado solo por su mente.

- (¿Es en verdad Wiene diferente a mí?) – ella se preguntó a sí misma en sus pensamientos mientras seguía comiendo.

Percatándose del hecho de que Wiene estaba sentada sobre sus piernas, un instinto que no conocía actuó, haciendo que su mano se pusiera sobre la cabeza de la vouivre, acariciándola con suavidad mientras la miraba con duda todavía en sus ojos, su mente era un desorden y la idea de haber matado a más como ella la hizo estremecerse, sin embargo, al mismo tiempo, reafirmo sus acciones, pues en cada uno de esos momentos, era la vida de uno u otro y como cualquier ser viviente, prefería su vida y la de sus cercanos a la de sus enemigos.

Ella no supo en qué momento la piel en su brazo fue cortada, tampoco quería entender cómo fue que no se dio cuenta, tal vez fuera porque no consideraba a Wiene una amenaza como tal, tal vez se trataba porque pensó que estaba segura, fuera el motivo que fuese, ella solo actuó rápido, rompiendo parte de su traje de sirviente, ella hizo un nudo alrededor de la herida, deteniendo por un momento el sangrado y evitando que esta se desperdiciará, busco rápido un botiquín y vendó bien la herida, no estaba enojada, tampoco decepcionada, simplemente fue algo que no cruzó por su mente dadas las enormes garras de la vouivre que lloraba a un lado, preocupada y temerosa por lo que acababa de hacer.

-Tranquila – ella murmuró mientras tomaba con gentileza las manos de la vouivre – no es nada que no se pueda solucionar.

Con una sonrisa amable, ella envolvió en un cálido abrazo a Wiene, la cual solo se apoyó en la renart cuyos ojos estaban fijos sobre un extraño búho blanco con un ojo diferente al ser una especie de roca que nunca había visto, viendo como el animal se iba volando, ella siguió compartiendo tiempo con la vouivre, pensando en algo para que esas garras dejaran de ser peligrosas para los demás, al mismo tiempo, que ella fuera capaz de protegerse a sí misma en caso de ser necesario, cosa que Haruhime espero que no llegara a ser necesario.

-Welf-sama – la renart dijo entre murmullos después de que Wiene atrajera la atención de la mayoría al elogiar la comida de Mikoto – ¿Podrías limar las garras de Wiene?

-Podría – él respondió pensando en que algo podría haber ocurrido – ¿Sucedió algo?

-No – Haruhime respondió con solemnidad, moviendo su brazo como si nada hubiera ocurrido, fingiendo que no le dolía – es solo para evitar problemas.

-Después te compensaré por aguantar todo esto, Lili – Haruhime escucho el murmullo de Bell después de que terminará de comer – gracias Mikoto, delicioso como siempre.

Aquel de ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora