Rojo XI

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Él las miro con una expresión que Lili no pudo descifrar, de hecho, en su rostro no había expresión, solo las estaba observando, en silencio, con fijación, sus brazos cruzados delante de su pecho, eso la puso nerviosa, no lograba ni siquiera comprender como Haruhime era capaz de mantener la compostura como si nada estuviera ocurriendo, solo estaba ahí parada con la misma mirada de Bell.

- ¿Qué comenzó el problema? – él pregunto mirando directo a Haruhime.

-Más allá de que intentaron insultarme, fue el hecho de que hablaron mal de los demás y de ti, Bell-sama, me deje llevar por el enojo y termine insultando a su dios como respuesta, lo que provocó que me lanzaran un vaso con el que los tente a atacarme.

-Está bien hacer que otro respeten a tus amigos, a la gente que te importa, pero no de ser porque propusiste una ronda de bebidas, el dueño del lugar les habría prohibido la entrada a la taberna.

- ¿Entonces dejo que hablen y se marchen victoriosos? – ella pregunto con enojo en sus rostro y tono.

-Por lo que Emma me contó, comenzaste bien, pero al final terminaste cediendo a sus ataques, no te digo que los dejes hablar, ellos buscaran cualquier excusa para llegar a extremos, tu trabajo como la líder de la Familia es impedirlo.

-Pero...

-Es frustrante, duele y lo último que quieres es que sigan hablando, pero debes pensar en la imagen que proyectas a los demás, ustedes están en ascenso, rompiendo récords, sobre todo tú, Haruhime, no pido que solo los ignores, te pido que les ganes en su juego sin entrar en él.

-Entiendo – la renart respondió, sus puños apretados con bastante fuerza.

-Ven aquí – el chico dijo halándola, encerrándola en un abrazo – escuchare tus quejas.

Ella grito mientras liberaba la furia que recorría su cuerpo, su frustración e impotencia fue tal que termino derramando lágrimas que fueron compartidas por Emma y Lili, no estaban bien, no podían estarlo, no cuando entendieron el hecho de que, a pesar de haber ganado el enfrentamiento, perdieron en el juego de aquellas personas, les sirvió hablar, dejar salir lo que no pudieron terminar de sacar con los puños o en el caso de Emma, la preocupación que el combate le produjo.

Al final, él había logrado calmarlas, pero no se había calmado él, una ira más profunda, destructiva que la de la propia Haruhime amenazaba con no poder ser contenida, era oscura, maligna y no venía acompañada de buenas intenciones como pudo haberlo estado la de la renart, sus pies lo llevaron a un lugar donde suponía que podía hallar un tipo de aliado, al menos uno oculto, por eso, cuando escucho que Hephaestus soltaba un suspiro no pudo evitar sonreír por un segundo para volver a mostrar un rostro mortalmente serio.

- ¿Cómo se encuentra Welf? – él pregunto antes de pasar a otros asuntos.

-Está bien, me contó lo que ocurrió esta mañana – la diosa respondió mientras seguía firmando unos papeles – primero Freya y ahora Apolo, ¿atraes la mala suerte o algo?

-Se supone que es al revés, pero eso no es lo importante, ¿Qué crees que haga?

-Diría que te prepares, Kairós tendrá que estar oculto, al menos de cierta manera, no actuará de una vez, pero sí hará algo que buscará provocar una reacción.

-Justo como sus hijos hoy – él dijo repudió y asco en su voz.

-Exacto, así que trata de no caer en su juego o el que tú estás jugando podría terminar revelado para todos.

-Estaré bien, me preocupan ellas.

-Sobre eso, dime, ¿Qué tan golpeados estuvieron sus dependientes después del combate?

Aquel de ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora