Algo real ☆

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Porchay

—Estás loco si piensas que voy a entrar a ese lugar —demandó P'Kim cuando nos detuvimos frente al parque de diversiones y cayó en cuenta en donde estábamos.

—¿Qué tiene de malo? —pregunté, fingiendo que todo estaba bien, pero vamos, ¿P'Kim en un parque de atracciones? Era algo por lo que podría reír todo el día—. Ha pasado un tiempo desde que vine.

—No lo haré, Porchay —espetó horrorizado mientras se aferraba al volante—. Está lleno de niños por todos lados, incluso tú lo eres —me miró con una mueca.

—Bueno, ayer no lo mencionaste cuando metiste tus manos en mis pantalones —levanté las manos, dejando un punto a la vista.

Él me fulminó con la mirada.

—Tampoco parecía molestarte —declaró con regocijo.

—Oh no, ni un poco —me mordí el labio inferior al mismo tiempo que lo miraba con deseo, sus ojos cayeron a mi boca de manera instantánea—. Por favor, ven conmigo —supliqué.

P'Kim miró a través de la ventanilla y luego volteó a verme como si estuviera debatiendo que hacer a continuación.

—Vas a pagar por esto —amenazó rotundamente antes de salir del auto.

Sonreí lentamente hasta que mi sonrisa se convirtió en una enorme. Salí del vehículo y caminé hasta quedar a su lado. No pude evitar admirarlo como lo había hecho desde que nos encontramos, era la primera vez que lo veía sin un traje.

Con unos jeans negros que se amoldaban a sus tonificadas piernas, un jersey azul y un tapado negro, P'Kim estaba tan guapo que rozaba la línea de la exageración.

—Te vistes para impactar,P'Kim—comenté, encandilado con tanta belleza.

Y es que al parecer, era una cosa propia de los Satur.

Se giró hasta quedar frente a mí y luego se acercó a mi oído. —Y me desvisto para matar.

Joder. Joder. Joder.

Un Kim coqueteando de manera caliente era más de lo que mi cuerpo podía soportar.

—Cambié de opinión, vamos a un lugar más privado —anuncié dando un paso atrás, pero él me tomó de la mano.

—No vas a ir a ningún lado, ya nos metiste en esto así que vamos por ello —tiró de mi mano para que comenzara a caminar.

—Pero...

—Nada, Chay , camina.

Maldita sea, ahora me la pasaría toda la tarde imaginando su cuerpo desnudo. P'Kim entrelazó nuestros dedos y eso hizo que mi pecho se sintiera bien. Cuando ayer dijo lo que dijo, una pizca de mí, me decía que no debía creerle, pero esa pizca se esfumó cuando este hombre me miró con un atisbo de súplica y seamos sinceros, yo quería estar aquí y que él caminara en mi dirección.

—Vamos directo adentro, ya tengo nuestras tarjetas de pase —anuncié cuando se dirigía a la boletería.

—No tienes que pagar —refutó, deteniendo el paso.

—Y tú no puedes decirme que hacer —contraataqué, moviendo nuestras manos para que caminara de nuevo.

P'Kim movió la cabeza, pero me siguió el paso. Y sí, puede que el dinero de la mensualidad de la Universidad se estuviera yendo este día, y era algo que no me importaba en absoluto.

—Oh por Dios, vamos —dije entusiasmado cuando estuvimos dentro y visualicé la interminable montaña rusa.

El lugar se veía impresionante.

Caer en tu sonrisa - SONRÍE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora