Hoy has sido mi ancla ☆

625 66 2
                                    

Porchay

Observé al gallardo hombre a un lado de la isla, sus dedos se movían de manera ágil mientras se arremangaba las mangas de su pulcra camisa.

Sin duda alguna, P'Kim podría ser el hombre más apuesto y sofisticado que conocí en mi vida.

Agaché la cabeza y eché una ojeada a mi arrugada sudadera. Dios, no existía nada en común entre nosotros, al menos no algo que yo haya encontrado hasta este momento.

P'Kim era el tipo de hombre que si te lo cruzabas por la calle, te le quedabas viendo como un bobo. Su porte masculino y sus impolutos trajes no pasaban desapercibidos y ni hablar del impresionante rostro que lo acompañaba. Así que, de cierto modo, me sentía un tipo con suerte.

—Estás mirándome—acusó sin levantar la vista.

Sintiéndome mucho más recuperado que ayer, mi estado de ánimo cambió de "soy un desastre" a "vamos a tentar a cierto hombre". Y sí, era alarmante el hecho de que él pudiera hacer eso en un par de segundos. Por suerte, para mi salud mental, él no lo sabía.

—Estoy admirándote—sus ojos me recorrieron el rostro mientras arrugada la frente.

—No empieces.

—No he comenzado nada aquí—rodeé la isla de manera lenta mientras pasaba una mano sobre ella sin quitarle los ojos de encima.

Él observó cada uno de mis movimientos, como si estuviera teniendo una batalla mental sobre ceder o continuar. Finalmente, lo último ganó.

—Entonces siéntate allí—señaló la banqueta que estaba al otro lado de la isla.

Solté una risa divertida.

—Tienes miedo de tenerme cerca—me burlé de él.

—Ya hemos probado ese punto—dijo, haciendo referencia a lo que pasó en el baño del restaurante. Y Dios, yo quería que pasara de nuevo. —No me escucharás quejarme si lo probamos de nuevo.

P'Kim se dio la vuelta para quedar frente a mí, su cara de póquer no me dijo absolutamente nada, pero sus ojos claros lanzaban llamas, y muy calientes.

—Eso no va a pasar —se alejó de mí para comenzar a buscar unos cuántos ingredientes.

Resoplé resignado y decidí dejarlo tranquilo, unos cuántos minutos. Él comenzó a cortar unos panes para luego ponerlo en la tostadora. Para estar un poco más cerca, me subí a la mesada de mármol, a un lado de donde él estaba cocinando.

—Nunca imaginé que supieras cocinar, P'Kim—comenté entrelazando los dedos sobre mi regazo.

—No lo hago—una mueca le dibujó el rostro—. No tiene que ser tan difícil preparar unas tostadas y unos huevos revueltos —dijo, parecía que estaba tratando de convencerse a sí mismo.

—Entonces estás haciendo una excepción por mí.

Él dejó de hacer lo que estaba haciendo y me escudriñó de cerca.

—¿Es una pregunta o una afirmación? —cuestionó, luego se pasó la lengua por los labios, mis ojos cayeron a su boca antes de poder controlarme.

—La segunda —respondí en un susurro acalorado.

Él no dijo nada después de eso, volvió a lo que estaba haciendo. Mis ojos cayeron en sus fuertes manos, y sí, se podía notar que no era algo que hiciera a menudo. Cuando intentó romper el primer huevo, este salió disparado, cayendo al otro lado de la mesada.

Soltó una maldición y yo me reí por lo bajo.

—Déjame hacerlo por ti —me incliné y extendí mi mano para que me diera los huevos, pero negó con la cabeza.

Caer en tu sonrisa - SONRÍE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora