¡Me cago en mi puta mierda! ☆

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Porchay

—Oficialmente, ya eres parte de LiveTheMoment—dijo Neo cuando terminé de firmar mi contrato.

Mis ojos se abrieron de par en par cuando vi la cifra de mi salario. Joder, incluso si le daba la mitad a mi padre, ya era demasiado para mí. Una cantidad de dinero que nunca antes había visto.

Pero cuando no tienes ni un billete partido al medio, y luego cae uno entero en tus manos, te sientes el hombre más rico del mundo. Y yo me sentía millonario.

—Gracias—mi sonrisa de felicidad se reflejó en sus ojos.

—No hay nada que agradecer, al contrario...—el agarró la carpeta y la guardó en uno de los cajones del escritorio—: El que está agradecido soy yo y quería disculparme por tardar en sellar el contrato, ya sabes que estos días fueron agitados con tantos viajes que he tenido, lo siento.

Neo parecía apenado.

—Oh, no te preocupes, no fue un problema para mí—le sonreí para tranquilizarlo.

El tomó mis manos a través de la mesa.

—Estoy contento de tenerte trabajando aquí —su cara se iluminó—. Bueno, no solo yo, todos lo están, el resto de los empleados, los de seguridad y ni hablar de la clientela. Con decirte que esperan su turno para ser atendidos por ti.

Mi pecho se infló de orgullo.

—Qué puedo decir, es parte de mi encanto—dije con una mirada juguetona.

El soltó una carcajada asistiendo con la cabeza.

—Claro que lo es—empezó a mover los brazos en el aire—. Por otra parte, haces esos malabares con los vasos, botellas o lo que sea y simplemente, todos se quedan viéndote.

Ese comentario me hizo volver en el tiempo. Viajé al pasado, justo cuando era un adolescente y me escabullía de mi padre para perderme en algún parque lejano para trabajar como artista callejero. Recuerdo vívidamente las pelotitas entre mis manos, volando de un lado a otro y en menos de una semana, me convertí en un experto haciendo malabares.

Mi gorra con monedas se llenaba rápido cuando sonreía y guiñaba un ojo.

—Tengo mis habilidades, espero que sigas sonriendo de esa manera cuando, posiblemente, rompa alguna de tus finas copas—advertí mientras me levantaba de la silla.

Neo hizo una mueca de disgusto, pero rápidamente la cambió justo cuando se ponía de pie.

—Chay, puedes romper todo lo que quieras si vas a tener a los clientes tan satisfechos. Puse una expresión taimada y me dirigí a la puerta.

—Anotado —sonreí malicioso mientras salía del despacho.

—¡Chay, es una broma! —lo oí gritar desde adentro.

Solté una risa malvada mientras caminaba por el pasillo que me conducía a la barra.

—Wow, estás muy contento hoy—dijo Champ, poniéndose a mi lado—. ¿Por algo en particular?

Levanté mis hombros, mi sonrisa permanecía intacta.

—Solo me siento bien.

—Y, por casualidad, ¿Eso se debe al hombre que en este momento se está sentando al final de la barra?

—¿Qué?

Miré a Champ arrugando el ceño sin entender sus palabras, pero cuando el levantó el mentón y las cejas señalando el lugar dicho anteriormente, mi boca cayó al suelo sin poder creer lo que estaba viendo.

Caer en tu sonrisa - SONRÍE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora