Preparativos fuera de control ☆

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Kim 

Pensé que al ser domingo podríamos quedarnos en la cama todo el día, pero mis planes se esfuman cuando estiro el brazo para buscar su cálido cuerpo y en lugar de atraerlo hacia el mío, no consigo nada.

Porchay tiene la manía de desaparecer de vez en cuando, trato de no asfixiarlo porque sé muy bien que cuando se escabulle, es porque necesita tiempo para procesar su nueva vida.

Supongo que no es fácil tener un cambio tan drástico. Sea para bien o para mal.

Busco mi boxer en el piso y luego de colocarlo bajo las escaleras al encuentro de Chay. Al entrar en la cocina, me empapo con una imagen suprema y es que con Porchay, casi todo es perfecto.

Con unos pantalones de pijama y el torso desnudo, se mueve con agilidad por el lugar, el ruido de la batidora no me deja escuchar la canción que está tarareando. Su cabello se encuentra desordenado y sus manos repletas de harina.

Se ve como un ángel insolente y alborotador. Cuando da un giro para abrir el refrigerador, se encuentra con mis ojos y me regala una de esas sonrisas que paraliza mi corazón y en este momento, reafirmo lo que siempre supe, con Porchay Tinnasit no tengo escapatoria.

—¿Me estás espiando, P'Kim? —pregunta poniendo una mano en la cadera.

—Solo un poco —admito antes de acercarme hasta rodear su desnuda cintura con mis brazos, Porchay sonríe—. Vuelve a la cama, aún es temprano.

Deposito un beso en su frente y Chay se aferra a mis brazos.

—Se me ocurrieron unas ideas de postres para nuestra boda y estaba tan ansioso por hacerlos que no pude esperar hasta más tarde —levanta sus manos hasta mi rostro y me da un suave beso—. Lo siento si te desperté —susurra sobre mis labios.

Niego con la cabeza antes de profundizar el beso, su sabor es a fresas, tan adictivo que no hay manera de entrar a rehabilitación, sus labios se mueven en sincronía con los míos, como si ya nos conociéramos de tal manera que no hay margen de error. Succiono su labio inferior hasta soltarlo con un sonido húmedo.

—No lo hiciste —echo un vistazo a la isla donde se encuentran diferentes tipos de postres—. Dime qué has estado preparando.

Chay  sonríe con emoción. Además de que la cocina es su pasión, ha estado tan entusiasmado con los preparativos para la boda, que su rostro se llena de ilusión cuando hablamos de ello.

—He estado pensando que podríamos tener diferentes tipos de postres en lugar de uno o dos, sobre todo quiero que sean frutales, entre helados y tibios —comienza a parlotear y yo no hago más que contemplarlo—. Oh, y estos que están aquí son los rellenos para el pastel, creo que con tres es suficiente, de lo contrario, su sabor sería muy empalagoso. En cuanto a la cobertura, estuve pensando que puede ser de buttercream y... —se queda callado abruptamente cuando me mira—. Lo siento, te estoy aburriendo.

Frunzo el ceño, no me gusta cuando Porchay se siente inseguro.

—Nada de lo que hagas o digas podría llegar a aburrirme, ¿lo entiendes? —pregunto firmemente a lo que él asiente con una sonrisa altiva—. ¿Puedo probar? —señalo la isla.

—Adelante —autoriza.

Porchay intenta agarrar un postre, pero detengo su mano en el camino, me mira sin entender y le hago una señal para que se apoye en la isla y se quede quieto.

Agarro el primer postre que está a mi alcance, al parecer es de chocolate. Sumerjo un dedo en la fría crema y luego dejo el cuenco sobre la mesa, en lugar de llevarlo directo a mi boca para probar, deslizo el dedo por el pecho de Porchay quién se sobresalta por el frío.

Caer en tu sonrisa - SONRÍE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora